Tras los árboles y las casas que cerraban el
horizonte asomaba el sol como enorme oblea roja,
lanzando horizontales agujas de oro que obligaban a
taparse los ojos. Las montañas del fondo Y las torres
de la ciudad iban tomando un tinte sonrosado; las
nubecillas que bogaban por el cielo coloreábanse
como madejas de seda carmesí; las acequias y los
charcos del camino parecían poblarse de peces de
fuego. Sonaba en el interior de las barracas el arrastre
de la escoba, el chocar de la loza, todos ... (ver texto completo)
horizonte asomaba el sol como enorme oblea roja,
lanzando horizontales agujas de oro que obligaban a
taparse los ojos. Las montañas del fondo Y las torres
de la ciudad iban tomando un tinte sonrosado; las
nubecillas que bogaban por el cielo coloreábanse
como madejas de seda carmesí; las acequias y los
charcos del camino parecían poblarse de peces de
fuego. Sonaba en el interior de las barracas el arrastre
de la escoba, el chocar de la loza, todos ... (ver texto completo)