Cogió carrera, lo menos, desde la caseta del señor Tirso pero, como se había olvidado las alas en
casa, no levantó el vuelo suficiente y fue a caer en el mismísimo mudadal, del que fue rescatada por Felicísimo y creo que por mi padre, que también andaba por allí. Aunque casi se ahoga en el mudadal, tuvo la suerte de que el estiércol estaba blando porque si llega a estar duro, se escalabra.
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