Seguí los pasos de tu vida, cada día de tu tiempo
cruzaste a paso lento la noche oscura y fría del invierno
durmiendo en una casa de madera, más un leño parecía: agua, hielo, viento y frío... y tú ajena
al duro tiempo de ese infierno, allí dentro protegida
Fuiste alegre, joven, viva... artera
vestías fina seda, blanca y rosa, que ya era primavera... Para terminar, una poesía inspirada en la belleza efímera de la flor del manzano.