Por cierto, hay un trillo a la derecha de la fachada. Por Madrid compran los trillos para hacer mesas de centro. Los pulen, los barnizan, les ponen cuatro patas y un cristal encima y, ale, 880 euros, y nosotros en Malva los tiramos, los quemamos, les convertimos en puertas o, a saber. Hay diferencia, ¿no?. Asun.