Todos los tópicos caben para describir Zamora en las horas previas a la cumbre: «la Bien Cercada», por la importante presencia policial, 600 agentes de todos los cuerpos de seguridad que vigilan por tierra, Duero y aire; que «no se ganó en una hora», porque van a ser unas pocas más las que dediquen a la ciudad las delegaciones de ambos países, que tendrán tiempo de disfrutar de las bellezas del casco antiguo aunque sólo sea de camino hacia las sedes de las reuniones sectoriales. Y que a Zamora se viene llorando y se va uno llorando, porque, aunque sólo sea por la alta calidad de la gastronomía y el trato, alguno echará de menos la ciudad de Doña Urraca y volverá en una visita de incógnito o la recomendará sus amigos.
Pero si hay una frase que resume todas las expectativas es la de que, por un día, Zamora es la capital de la Península Ibérica, con los dos presidentes, buena parte de sus respectivos gabinetes y cuatro jefes de Ejecutivos autonómicos. Nunca ha habido en la capital tantas autoridades por metro cuadrado entre la plaza de Viriato y la Plaza Mayor. Ni tantas cámaras de televisión. Hay más de un centenar de periodistas de todos los medios acreditados para la cumbre.
Con todos los ojos puestos en ella, la «perla del Duero» será punto de encuentro y de reivindicación para dos países «que tradicionalmente se han dado la espalda y que están condenados a entenderse», como han rezado históricamente los discursos de los sucesivos cargos públicos de ambos lados de la Raya y así lo atestiguan las hemerotecas.
Otro tópico que sirve: que Zamora, cuna del Tratado y puente del primer rey de Portugal, Don Afonso Henriques, tiene que ser símbolo de entendimiento. No obstante, aquí está la sede española del Instituto Hispanoluso, que se asoma al Duero, el río que separó y que ahora une.
Pero si hay una frase que resume todas las expectativas es la de que, por un día, Zamora es la capital de la Península Ibérica, con los dos presidentes, buena parte de sus respectivos gabinetes y cuatro jefes de Ejecutivos autonómicos. Nunca ha habido en la capital tantas autoridades por metro cuadrado entre la plaza de Viriato y la Plaza Mayor. Ni tantas cámaras de televisión. Hay más de un centenar de periodistas de todos los medios acreditados para la cumbre.
Con todos los ojos puestos en ella, la «perla del Duero» será punto de encuentro y de reivindicación para dos países «que tradicionalmente se han dado la espalda y que están condenados a entenderse», como han rezado históricamente los discursos de los sucesivos cargos públicos de ambos lados de la Raya y así lo atestiguan las hemerotecas.
Otro tópico que sirve: que Zamora, cuna del Tratado y puente del primer rey de Portugal, Don Afonso Henriques, tiene que ser símbolo de entendimiento. No obstante, aquí está la sede española del Instituto Hispanoluso, que se asoma al Duero, el río que separó y que ahora une.