LA TRAICIÓN
Los habitantes de Zamora estaban ya agotados, después de siete meses de
cerco, las reservas de comida se terminaban, por ello después del consejo
del Reina, un gallego que aquí moraba, Bellido Dolfos el se llamaba, hijo de
Dolfos Bellido, abandona bruscamente el consejo, piensa como librar a la
ciudad del cerco, y a media noche saliendo por un por una pequeña puerta se
encamina al campamento del Rey, y diciendo que trae noticias de un postigo
por el cual pueden entrar, es conducido a presencia del Rey, el cual sin
atender a sus consejeros decide ir a ver el dicho postigo, a la caída de la
noche emprende el camino hacía Zamora.
Lo que estos no saben, es que son seguidos por los primos del Rey, Rodrigo
Díaz de Vivar y Diego Ordóñez, en silencio detrás de ellos caminan, con los
caballos embozados para no hacer ruido, ya en las cercanías y en el espeso
bosque, al Rey le entran ganas de hacer sus necesidades mayores, y no
aguantando mas, ruega a Bellido que le sujete su lanza mientras el descarga
su cuerpo de la necesidad, un pensamiento cruza por la mente del militar y
lo lleva al efecto, se vuelve y con la lanza en posición de ataque, embiste
al pardillo del Rey que ocupado en defecar no apercibe lo que se le viene
encima, siente un silbido y un dolor agudo traspasa su pecho, las fuerzas
le abandonan y cae en suelo como muerto.
Los habitantes de Zamora estaban ya agotados, después de siete meses de
cerco, las reservas de comida se terminaban, por ello después del consejo
del Reina, un gallego que aquí moraba, Bellido Dolfos el se llamaba, hijo de
Dolfos Bellido, abandona bruscamente el consejo, piensa como librar a la
ciudad del cerco, y a media noche saliendo por un por una pequeña puerta se
encamina al campamento del Rey, y diciendo que trae noticias de un postigo
por el cual pueden entrar, es conducido a presencia del Rey, el cual sin
atender a sus consejeros decide ir a ver el dicho postigo, a la caída de la
noche emprende el camino hacía Zamora.
Lo que estos no saben, es que son seguidos por los primos del Rey, Rodrigo
Díaz de Vivar y Diego Ordóñez, en silencio detrás de ellos caminan, con los
caballos embozados para no hacer ruido, ya en las cercanías y en el espeso
bosque, al Rey le entran ganas de hacer sus necesidades mayores, y no
aguantando mas, ruega a Bellido que le sujete su lanza mientras el descarga
su cuerpo de la necesidad, un pensamiento cruza por la mente del militar y
lo lleva al efecto, se vuelve y con la lanza en posición de ataque, embiste
al pardillo del Rey que ocupado en defecar no apercibe lo que se le viene
encima, siente un silbido y un dolor agudo traspasa su pecho, las fuerzas
le abandonan y cae en suelo como muerto.