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Y estábamos con........
Os recuerdo que estamos empantanaos don este dilema.
Resulta y sucede que el otro día me puse a limpiar el polvo de una estantería donde tenía una colección de viejos libros numerados del 1 al 34.
Fui quitando los libros de dos en dos, formando una buena torre de libros encima de una vieja mesa.
Una vez terminada la torre, me quedé mirándola y me dije, esta torre que he hecho, por su peculiar disposición del espacio y el volumen podría ser la envidia de cualquier arquitecto de la Bauhaus.
Dejé la torre abandonada un par de días, y no caí en la cuenta, que la vieja mesa estaba llena de carcoma.
Cuando fui a colocarlos de nuevo, me encuentro con la sorpresa de que la carcoma había comenzado un laborioso trabajo de horadación de los libros
que formaban la torre.
¡Parecía como si las carcomas supieran matemáticas!, ya que estaban realizando un largo agujero a través de las paginas, empezando por la primera del primer volumen de la colección, y no terminando su voraz apetito hasta que consiguieron llegar a la última pagina del último libro de la colección.
Cuando me di cuenta del desaguisado y me disponía a tirar los libros, vi que algunos se podían aprovechar.
A ver si adivináis cuántos y cuáles quedaron en buen uso.
Y no los tuve que tirar.
Salud y vete diciendo.
Os recuerdo que estamos empantanaos don este dilema.
Resulta y sucede que el otro día me puse a limpiar el polvo de una estantería donde tenía una colección de viejos libros numerados del 1 al 34.
Fui quitando los libros de dos en dos, formando una buena torre de libros encima de una vieja mesa.
Una vez terminada la torre, me quedé mirándola y me dije, esta torre que he hecho, por su peculiar disposición del espacio y el volumen podría ser la envidia de cualquier arquitecto de la Bauhaus.
Dejé la torre abandonada un par de días, y no caí en la cuenta, que la vieja mesa estaba llena de carcoma.
Cuando fui a colocarlos de nuevo, me encuentro con la sorpresa de que la carcoma había comenzado un laborioso trabajo de horadación de los libros
que formaban la torre.
¡Parecía como si las carcomas supieran matemáticas!, ya que estaban realizando un largo agujero a través de las paginas, empezando por la primera del primer volumen de la colección, y no terminando su voraz apetito hasta que consiguieron llegar a la última pagina del último libro de la colección.
Cuando me di cuenta del desaguisado y me disponía a tirar los libros, vi que algunos se podían aprovechar.
A ver si adivináis cuántos y cuáles quedaron en buen uso.
Y no los tuve que tirar.
Salud y vete diciendo.