ROMANCE IV
La corona de espinas
Coronado está el Cordero
no de perlas ni zafiros,
ni de claveles ni flores,
sino de juncos marinos.
Su santísimo cerebro
le traspasan atrevidos
frutos que nos dio la tierra
desde que Dios la maldijo.
Mas lo que causa dolor
es ver que se hayan subido
desde las plantas de Adán
a la cabeza de Cristo.
De zarzas está cargado
aquel soberano trigo
que el espíritu de Dios
sembró en el campo virgíneo.
La corona de espinas
Coronado está el Cordero
no de perlas ni zafiros,
ni de claveles ni flores,
sino de juncos marinos.
Su santísimo cerebro
le traspasan atrevidos
frutos que nos dio la tierra
desde que Dios la maldijo.
Mas lo que causa dolor
es ver que se hayan subido
desde las plantas de Adán
a la cabeza de Cristo.
De zarzas está cargado
aquel soberano trigo
que el espíritu de Dios
sembró en el campo virgíneo.