¡Ah virginales entrañas!
los pasos apresurad
con angélico decoro
si le queréis consolar.
Para conocer su rostro
desfigurado y mortal,
la imagen del Padre Eterno
con vuestras tocas limpiad.
Abrázale,
Virgen santa,
porque si vos le abrazáis,
al regazo de esos pechos
consuelo el tuyo tendrá.