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MALVA: Como en las nuevas series de TV, se me ocurre otro...

Como en las nuevas series de TV, se me ocurre otro final. Escoger el que queráis.

Al hilo de las cagadas, y con perdón de la mesa, me viene a la memoria lo mal que sentaba pisar las de las gallinas cuando andaban sueltas por el corral. En los corrales con cenicero, antes de poner los W. C., nos poníamos en cuclillas a hacer las necesidades, momento que aprovechaban las gallinas más espabiladas para picotear, sin dejarlo aposentar, el producto evacuado.
También era memorable la mala leche que te entraba cuando, en medio de una partida de mus, había que buscar urgentemente el resguardo de la parte de atrás de una caseta para poderte aliviar. Con los pantalones a medio bajar, ponías el pie en algo mullido que olía que corrompía, en justa correspondencia con la alborotada dieta de su anterior depositario. Resulta que te acordabas de toda su familia cuando tú ibas a perpetrar el mismo delito. Tras las pertinentes ralladuras contra la pared y frotaduras contra las hierba de la era, alcanzabas la gloria con el primer esfuerzo y, con los ojos en blanco, no percibías que la criatura recién nacida perdía, inconscientemente, la verticalidad recostándose contra el tacón del otro zapato que todavía te quedaba limpio. De nuevo a eliminar, entre improperios, las pruebas del delito.
De vuelta al bar, a terminar la partida de mus que habías dejado a medias, y con las prisas por cortar la mano, algún perro se sumaba al homenaje y te pegaba, sin querer, en suela del zapato un nuevo presente para que no quedaran dudas de lo que habías estado haciendo.
Claro, si no entrabas a ningún envite, te decían que huele a cagao. Y tú callao.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Buenas tardes. Un relato pelín escatológico, realista a más no poder y no por ello falto de humor.