Había, en alguna de esas radionovelas, una ciudad que me llamaba poderosamente la atención. No sé si por el nombre, por la forma en que se vivía allí (según lo contaban) o quizás porque había personas de color, entonces en vez de color decíamos negros, sin ánimo de ofender, y a mí me resultaba fascinante. Era Nueva Orleans. Y por supuesto el rio Misisipi, que me resultaba inimaginable, acostumbrada como estaba al arroyo de Malva. Yo me lo imaginaba como el arroyo cuando cubría el puente de la plazuela. Tú verás.