27.- EL TRAJÍN POR LA PORTUGUESA, EL BARRO Y LOS TRES BARES
Perdón por entrar sin llamar, pero la calle estaba abierta, como siempre y se oía de fondo el To Love Somebody de Janis Joplin.
Y dicen que los inviernos eran “mu” fríos, ¿”Mu” frío? Pero si yo no he tenido nunca el recuerdo de pasar frío en Malva.
De lluvia y de barro en las calles, sí.
Las calles no estaban como ahora, asfaltadas o de cemento.
El primer firme de cemento que se echó comenzaba en la esquina de la era pedrosa con la cortina del palomar de al lado y terminaba previo paso por la plaza en el puente de los hierros saliendo para Toro, justo al lado de la casa del señor Jacinto “el Pulga” con perdón.
Todas las demás calles eran de barro, eso sí, había aceras en casi todas, unas de cantos, otras de piedras.
Estamos en invierno claro. Un domingo cualquiera por la mañana, después de misa mismamente.
Que trajín madre por la portuguesa, en filas por los dos lados de la calle, unos en dirección a la plaza y otros camino de la plazuela, todos por las aceras para no pisar el barro, al cruzarte con los que venían de frente no sabías como apartarte, unos se pegaban a la pared y los otros guardando un poco el equilibrio para no salirse de la acera.
Que ajetreo de personal.
Las aceras de la portuguesa* eran estrechas, de piedra y no muy altas, a penas unos centímetros por encima las separaba del barro, pero ese poco era suficiente, para no mancharte los zapatos de los domingos.
Es que claro salían del bar el Pato, para ir al de Bigotes o al de Angélico y del de Bigotes o del de Angélico al del Pato. Unas cuadrillas iban y otras volvían.
El de Bigotes estaba entonces detrás de la Pacheca, en la casa que hoy es de Florián.
El trajín se complicaba un poco más si llovía, puesto que hemos dicho que las aceras eran muy estrechas y sobre ellas caía el agua de “las canales”, así es que no te digo más, si no tenías paraguas o por la mitad de la calle por “tol” barro o por la acera y te calabas.
Menos mal que con los “vinicos” (los posos decía Alfredo de pequeño) y las “tapicas” de los tres bares se te alegraba y calentaba el cuerpo y no reparabas ni en el barro ni en “las canales”.
¡O no?
* La calle Portuguesa es la que une la plaza de Malva con la Plazuela.
Salud.
Perdón por entrar sin llamar, pero la calle estaba abierta, como siempre y se oía de fondo el To Love Somebody de Janis Joplin.
Y dicen que los inviernos eran “mu” fríos, ¿”Mu” frío? Pero si yo no he tenido nunca el recuerdo de pasar frío en Malva.
De lluvia y de barro en las calles, sí.
Las calles no estaban como ahora, asfaltadas o de cemento.
El primer firme de cemento que se echó comenzaba en la esquina de la era pedrosa con la cortina del palomar de al lado y terminaba previo paso por la plaza en el puente de los hierros saliendo para Toro, justo al lado de la casa del señor Jacinto “el Pulga” con perdón.
Todas las demás calles eran de barro, eso sí, había aceras en casi todas, unas de cantos, otras de piedras.
Estamos en invierno claro. Un domingo cualquiera por la mañana, después de misa mismamente.
Que trajín madre por la portuguesa, en filas por los dos lados de la calle, unos en dirección a la plaza y otros camino de la plazuela, todos por las aceras para no pisar el barro, al cruzarte con los que venían de frente no sabías como apartarte, unos se pegaban a la pared y los otros guardando un poco el equilibrio para no salirse de la acera.
Que ajetreo de personal.
Las aceras de la portuguesa* eran estrechas, de piedra y no muy altas, a penas unos centímetros por encima las separaba del barro, pero ese poco era suficiente, para no mancharte los zapatos de los domingos.
Es que claro salían del bar el Pato, para ir al de Bigotes o al de Angélico y del de Bigotes o del de Angélico al del Pato. Unas cuadrillas iban y otras volvían.
El de Bigotes estaba entonces detrás de la Pacheca, en la casa que hoy es de Florián.
El trajín se complicaba un poco más si llovía, puesto que hemos dicho que las aceras eran muy estrechas y sobre ellas caía el agua de “las canales”, así es que no te digo más, si no tenías paraguas o por la mitad de la calle por “tol” barro o por la acera y te calabas.
Menos mal que con los “vinicos” (los posos decía Alfredo de pequeño) y las “tapicas” de los tres bares se te alegraba y calentaba el cuerpo y no reparabas ni en el barro ni en “las canales”.
¡O no?
* La calle Portuguesa es la que une la plaza de Malva con la Plazuela.
Salud.
Es que la calle potuguesa daba para mucha gente, con eso d que teníamos arroyo era el lugar de paso de unlado para el otro.
Yo recuerdo en frente de mi casa ver la casa de Anita siempre con muchas mujeres cosiendo detrás de la cristalera. No necesitaban nada más para entretenerse que ver pasar a la gente, y es que entonces no había tele a todas horas.
Yo recuerdo en frente de mi casa ver la casa de Anita siempre con muchas mujeres cosiendo detrás de la cristalera. No necesitaban nada más para entretenerse que ver pasar a la gente, y es que entonces no había tele a todas horas.