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MALVA: Era muy típico a eso de la oscurecer, cuando venía...

Estuviera haciendo lo que fuera, siempre tenía que dejarlo a la hora de ordeñar, para ir a buscar la leche en casa de mi tía Aquilina. Así que siempre iba renegando porque los demás chiguitos quedaban jugando y yo tenía que ir a buscar la lechera a casa y luego llegarme hasta cerca de la lechería. ¡A mano quedaba!
Pero cuando llegaba a su casa, mi tío Paco y mi tía Aquilina estaban terminando de ordeñar las vacas. Yo entraba hasta la cuadra, si no había nadie por la casa, y veía cómo sacaban aquellos chorros de leche caliente que hacían tanta espuma en el caldero.
Otras veces, pasaba al comedor y me sentaba en el escaño a ver un rato la tele. Me dejaban que la encendiera para mí solo y así se me hacía más corta la espera.
Pero la mayoría de las veces, y es de lo que más grato recuerdo guardo, me daban conversación Máximo y Laureano. Entrañable.

Era muy típico a eso de la oscurecer, cuando venía la luz, el movimiento de muchachos con las lecheras por todo el pueblo. Era una compra familiar, siempre se iba a por la leche a casa de algún pariente que tuviera vaca, nosotros la cogimos durante mucho tiempo en casa de mi tío José Luis.

Recuerdo a Fede el racano llevándosela a Don José el médico, y un día enredando no se lo que le pasó, pero vamos que se le derramó casi toda la leche por el suelo, y ni corto ni perezoso la convirtió en desnatada y desgrasada, fue a la fuente de la cruz y rellenó la lechera al grifo.

Pero claro al día siguiente la mujer del médico le dijo a Francisca que ellos la preferían entera. Y no desnatada.