La simulación de Jutzi y Asphaug muestra que, hace 4.000 millones de años, después de que la Tierra sufriera el impacto que creó la Luna, sus escombros formaron también otro satélite más pequeño, con un tamaño un tercio del de la Luna. Lo habitual habría sido que se fusionara con ella pero, en su lugar, acabó desplazándose a uno de los puntos de Lagrange en el sistema Tierra-Luna. Estos puntos ofrecen estabilidad orbital a los cuerpos que los ocupan durante bastante tiempo, pero algunos de esos cuerpos pueden volver a cambiar sus órbitas. A la segunda Luna le ocurrió precisamente esto, precipitándose de regreso hacia su "hermana mayor"