
Réplica de FACEBOOK.
28.- LAS QUITAMERIENDAS DE LA ERA PEDROSA
11 de Julio de 2013 a la (s) 16:30
28.- LAS QUITAMERIENDAS DE LA ERA PEDROSA
Perdón por entrar sin llamar, pero la era estaba al aire libre como siempre y por supuesto abierta, y se oía de fondo el Sweet Home Alabama de Guns N Roses.
Cierto día nos dijo Míguel el chocolatero, el del libro de las memorias, que pocos pueblos de nuestra provincia podían presumir de tener libros publicados.
Pues yo os digo que hay pocas eras que puedan presumir de tener nombre propio como lo tiene la era Pedrosa.
Era, que además da nombre a la calle Pedrosa.
Era, que era de la tía Eusebia, pero para mí como si fuera la prolongación de mi corral.
Cuantas veces habré salido por la cochera con la naranja en la mano, con el cacho pan y el cacho chorizo, con la bici o con un balón o simplemente a ver como estaba el panorama o el temporal.
En la era Pedrosa ha jugado todo el mundo y a todo. Cuantos aprendimos a andar en bici en ella. Lo que habremos jugado allí al balón, a pelearnos, revolcarnos, etc, etc.
Muchas tardes nuestras madres se sentaban al respaldo de la tapia de la cortina que hay al lado a tomar el sol, escuchar las radionovelas, cosiendo o limpiando las aberbajas, esperando que saliéramos de la escuela pidiendo la merienda.
Aunque de nombre pedrosa, no le recuerdo una piedra, más bien una alfombra verde, de verde intenso de pradera en primavera salpicado con unos toques de amarillo de las flores de diente de león, a verde reseco y pajizo dando la bienvenida a los primeros días del verano, recibiendo los primeros carros cargados de bálago hasta los topes, las mieses, la trilla, las parvas, el barril a la sombra, el calor.
Con las primeras lluvias de septiembre se incita la nacencia de las inesperadas quitameriendas, esas flores de pétalos violetas, parientes lejanas del azafrán. Llamaban mucho la atención, pues rompían toda la monotonía cromática, dando unas pinceladas de nuevos colores al entorno.
Quién no ha hecho nunca un ramillete de quitameriedas. Agrupábamos con esmero sus pétalos rodeándolos con los dedos y tirábamos muy despacio hacia arriba, para que salieran de raíz.
¡O no?
Otro día explicaremos por que se llaman “quitameriendas”
Salud.
28.- LAS QUITAMERIENDAS DE LA ERA PEDROSA
11 de Julio de 2013 a la (s) 16:30
28.- LAS QUITAMERIENDAS DE LA ERA PEDROSA
Perdón por entrar sin llamar, pero la era estaba al aire libre como siempre y por supuesto abierta, y se oía de fondo el Sweet Home Alabama de Guns N Roses.
Cierto día nos dijo Míguel el chocolatero, el del libro de las memorias, que pocos pueblos de nuestra provincia podían presumir de tener libros publicados.
Pues yo os digo que hay pocas eras que puedan presumir de tener nombre propio como lo tiene la era Pedrosa.
Era, que además da nombre a la calle Pedrosa.
Era, que era de la tía Eusebia, pero para mí como si fuera la prolongación de mi corral.
Cuantas veces habré salido por la cochera con la naranja en la mano, con el cacho pan y el cacho chorizo, con la bici o con un balón o simplemente a ver como estaba el panorama o el temporal.
En la era Pedrosa ha jugado todo el mundo y a todo. Cuantos aprendimos a andar en bici en ella. Lo que habremos jugado allí al balón, a pelearnos, revolcarnos, etc, etc.
Muchas tardes nuestras madres se sentaban al respaldo de la tapia de la cortina que hay al lado a tomar el sol, escuchar las radionovelas, cosiendo o limpiando las aberbajas, esperando que saliéramos de la escuela pidiendo la merienda.
Aunque de nombre pedrosa, no le recuerdo una piedra, más bien una alfombra verde, de verde intenso de pradera en primavera salpicado con unos toques de amarillo de las flores de diente de león, a verde reseco y pajizo dando la bienvenida a los primeros días del verano, recibiendo los primeros carros cargados de bálago hasta los topes, las mieses, la trilla, las parvas, el barril a la sombra, el calor.
Con las primeras lluvias de septiembre se incita la nacencia de las inesperadas quitameriendas, esas flores de pétalos violetas, parientes lejanas del azafrán. Llamaban mucho la atención, pues rompían toda la monotonía cromática, dando unas pinceladas de nuevos colores al entorno.
Quién no ha hecho nunca un ramillete de quitameriedas. Agrupábamos con esmero sus pétalos rodeándolos con los dedos y tirábamos muy despacio hacia arriba, para que salieran de raíz.
¡O no?
Otro día explicaremos por que se llaman “quitameriendas”
Salud.