Rñeplica de FACEBOOK.
31.- LA PRIMERA VEZ (2ª PARTE)
15 de Julio de 2013 a la (s) 17:02
31.- LA PRIMERA VEZ (2ª PARTE)
Perdón por entrar sin llamar, pero la plaza es la plaza y es de todos y está abierta y para todos, máxime e inclusive (frase típica de M. EX A. Y EX R. B. E. M.) si se oye de fondo el Sultans Of Swing de los Dire Straits.
En “LA PRIMERA VEZ”, (1ª PARTE)…….
Lo habíamos dejado entrando el coche de línea en la plaza.
Continuamos.
Mi abuelo Asterio le pagó a Francisco, ya estábamos arriba, subidos en el coche, sentados en dos de los asientos. Francisco le daba la vuelta sacando suelto de la cartera de material que llevaba colgada al hombro, yo recogí los dos billetes y los guardé en el bolsillo de mi pantalón largo que mi madre le había comprado a Faustino el de Bustillo, era un pantalón de tergal marrón claro tirando a beis, con llavero incorporado, entonces se llevaba mucho lo de los llaveros incorporados, aunque no dispusiéramos de llaves, ni las llevaran incorporadas. Además las llaves por entonces eran de a cuarto de Kilo, más o menos.
Con Valero al volante y el coche en marcha dejábamos atrás la lechería del tío Miguel, el horno del viejo tejar, la acacia y la caseta de Fortunato. Serpenteando carretera adelante, la huerta del señor Nicolás, pajarinos, la malvasía, la raya Villalube, lass lagunas y parada en Villalube, dónde subieron otras tres o cuatro personas. Lo mismo en Gallegos del Pan, en Algodre creo que subió una mujer con unos capones.
Al que no pude ver en el coche fue a aquel forastero con tabardo en la mano, que al llegar a Malva se encaminó hacia una casa de ladrillo con miradores amplios (me acuerdo que esto lo puso Loly en Tachuela pg. 21).
Ya en Coreses el coche se llenó de gente, incluso alguien se quedó sin asiento viajando en el mismo pasillo de pié.
Que gracia me hacía el ver a gente extraña subiendo al coche, sus caras sus ropas y como me gustaba oír sus conversaciones, que a veces se convertían en auténticos microrelatos.
Otra vez el coche en marcha, de repente unas manchas verdes longitudinales cruzaban por los cristales de las ventanas a toda velocidad, eran los chopos que había apostados a ambos lados de la carretera, de pronto el coche se para, una barrera impide el avance, vimos pasar una vieja maquina de tren negra, de las de carbón, la locomotora escupía humo hacia arriba, seguida de un sin numero de vagones a su cola, como si de una procesión se tratara. Cuando pasó el último vagón se oye un rítmico sonido metálico y comienza levemente y con pereza a elevarse la barrera.
De nuevo el coche se pone en marcha, traquetea al cruzar las vías y va cogiendo poco a poco velocidad.
Más adelante dejamos atrás una casa al lado de la carretera, a la izquierda, todavía hoy se puede ver, antes de llegar al cruce de la recta de Coreses, esta casa me llamó siempre la atención, en la fachada entre sus ventanales hay unos cuadrados de piedras cortadas con fondo blanco, estos cuadrados siempre me han recordado el turrón del duro de navidad, del que para partirlo había que echar mano de la llave de la panera y un buen cuchillo sobre el que porrear. De nuevo aparece la llave de a cuarto de Kilo.
Sin darme cuenta y en plena efervescencia de comentarios de todo tipo entre los viajeros, recta de Coreses adelante, avistamos el alto de los curas.
-Ya estamos en Zamora-. Dijo mi abuelo.
Yo no sabía si quería llegar ya, o si quería que el viaje continuara otra hora más.
Continuará
¡O no?
Salud
31.- LA PRIMERA VEZ (2ª PARTE)
15 de Julio de 2013 a la (s) 17:02
31.- LA PRIMERA VEZ (2ª PARTE)
Perdón por entrar sin llamar, pero la plaza es la plaza y es de todos y está abierta y para todos, máxime e inclusive (frase típica de M. EX A. Y EX R. B. E. M.) si se oye de fondo el Sultans Of Swing de los Dire Straits.
En “LA PRIMERA VEZ”, (1ª PARTE)…….
Lo habíamos dejado entrando el coche de línea en la plaza.
Continuamos.
Mi abuelo Asterio le pagó a Francisco, ya estábamos arriba, subidos en el coche, sentados en dos de los asientos. Francisco le daba la vuelta sacando suelto de la cartera de material que llevaba colgada al hombro, yo recogí los dos billetes y los guardé en el bolsillo de mi pantalón largo que mi madre le había comprado a Faustino el de Bustillo, era un pantalón de tergal marrón claro tirando a beis, con llavero incorporado, entonces se llevaba mucho lo de los llaveros incorporados, aunque no dispusiéramos de llaves, ni las llevaran incorporadas. Además las llaves por entonces eran de a cuarto de Kilo, más o menos.
Con Valero al volante y el coche en marcha dejábamos atrás la lechería del tío Miguel, el horno del viejo tejar, la acacia y la caseta de Fortunato. Serpenteando carretera adelante, la huerta del señor Nicolás, pajarinos, la malvasía, la raya Villalube, lass lagunas y parada en Villalube, dónde subieron otras tres o cuatro personas. Lo mismo en Gallegos del Pan, en Algodre creo que subió una mujer con unos capones.
Al que no pude ver en el coche fue a aquel forastero con tabardo en la mano, que al llegar a Malva se encaminó hacia una casa de ladrillo con miradores amplios (me acuerdo que esto lo puso Loly en Tachuela pg. 21).
Ya en Coreses el coche se llenó de gente, incluso alguien se quedó sin asiento viajando en el mismo pasillo de pié.
Que gracia me hacía el ver a gente extraña subiendo al coche, sus caras sus ropas y como me gustaba oír sus conversaciones, que a veces se convertían en auténticos microrelatos.
Otra vez el coche en marcha, de repente unas manchas verdes longitudinales cruzaban por los cristales de las ventanas a toda velocidad, eran los chopos que había apostados a ambos lados de la carretera, de pronto el coche se para, una barrera impide el avance, vimos pasar una vieja maquina de tren negra, de las de carbón, la locomotora escupía humo hacia arriba, seguida de un sin numero de vagones a su cola, como si de una procesión se tratara. Cuando pasó el último vagón se oye un rítmico sonido metálico y comienza levemente y con pereza a elevarse la barrera.
De nuevo el coche se pone en marcha, traquetea al cruzar las vías y va cogiendo poco a poco velocidad.
Más adelante dejamos atrás una casa al lado de la carretera, a la izquierda, todavía hoy se puede ver, antes de llegar al cruce de la recta de Coreses, esta casa me llamó siempre la atención, en la fachada entre sus ventanales hay unos cuadrados de piedras cortadas con fondo blanco, estos cuadrados siempre me han recordado el turrón del duro de navidad, del que para partirlo había que echar mano de la llave de la panera y un buen cuchillo sobre el que porrear. De nuevo aparece la llave de a cuarto de Kilo.
Sin darme cuenta y en plena efervescencia de comentarios de todo tipo entre los viajeros, recta de Coreses adelante, avistamos el alto de los curas.
-Ya estamos en Zamora-. Dijo mi abuelo.
Yo no sabía si quería llegar ya, o si quería que el viaje continuara otra hora más.
Continuará
¡O no?
Salud
Ya ves.... parece que fué ayer, y no ha habido tormentas con y sin aparato eléctrico, desde entonces.