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Réplica de FACEBOOK.

José María García Mateos
Hace 3 segundos

Crónicas de una letra minúscula.

2. - Mariquita culocosió

Isidro, un hermano de mi bisabuela Ignacia, se casó en primeras nupcias con Elisa y en segundas con Concepción. Del segundo matrimonio nacieron Tomás (Tomasín el del gallinero) y Eloisa. Del primero tuvo tres hijas, Transito, Amparo y Margarita.
Margarita era la madre Saturnino (el padre de Eulogio), Teresa (mujer de Aníbal) y Avelina, la madre de Benja, Jesús, etc.
Este Isidro, tío tercero mío, si es que existe ese parentesco, se parecía mucho a mi tío José Luis, tío segundo suyo; era muy pajarero, pero en el buen sentido de la palabra, vamos que le gustaba de criar y de cuidar pájaros. De todos los tipos (punto y aparte en honor a Heli).
Entre otros muchos pájaros, según dice la leyenda, tenía un loro o cotorra, que decía varias palabras y alguna frase.
Y cuando por los quehaceres del campo, Isidro, no podía atender a sus animalillos, encargaba la tarea a su hija Mariquita, ésta con los canarios y los jilgueros no tenía mucho problema, apenas defecan, y lo hacían en cantidades menores, con pocos olores. Pero amigo, el loro, era otro cantar, si muy bonito, pero echaba unas cagadas del 15, vamos que requería una limpieza ininterrumpida de su jaula, y tal tarea no agradaba en exceso a Mariquita.
Hasta tal punto que un día se hartó, de tanto limpiar cagadas del animal y tomo medidas al respecto.
Este loro se va a enterar, pensó para sí, Mariquita.
Al día siguiente, todo el mundo notó en el loro algo raro, estaba triste, le faltaba esa frescura anterior, ese repetir, una y otra vez sus palabras preferidas.
Y cada vez que pasaba alguien a su lado, solo decía algo así:
- Magguuriquiitacouluoocsio, Magguuriquiitacouluoocsio.
- Magguuriquiitacouluoocsio, Magguuriquiitacouluoocsio.
Pero nadie le entendía nada al pobre animal.
Un día más, el loro más triste, ya no comía y repetía:
- Magguuriquiitacouluoocsio, Magguuriquiitacouluoocsio.
- Magguuriquiitacouluoocsio, Magguuriquiitacouluoocsio.
Pero nadie le entendía nada al pobre animal.
El tercer día, de madrugada, al levantarse Isidro, al loro, ve muerto.
Recoge al loro, triste el hombrico, lo examina un poco, notando algo raro en la barriga del ave. Estaba muy hinchada.
¿Y el culo?
El culo lo tenía cosido.
Y Mariquita culocosió. Quedo entendido.

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Y dice Penélope que decía su abuelo….. éste no sabe ni a tocino aunque lo unten y mi primo Angelito, que si decían que si Albert Einstein había dicho……….

“Que es más fácil destruir un átomo que un prejuicio”

Salud.