José María García Mateos
Ayer
Crónicas de una letra minúscula.
10. - El peso de las cosas
Estando un día de cháchara y tertulia, las Sras. Ignacia, Manuela, Argimira y posiblemente alguna más, al lado de la fragua de Tarsicio, que estaba en una de las bocacalles que dan entrada a la plazuela, casi de frente de la casa de Nélida, la madre de Paquita. Ven asomar a D. Honorio el veterinario, que venía de la plaza, y al verlo, alguna de ellas, sin quererlo, comento:
- Hay que ver como pasa el tiempo, mirar ahí viene D. Honorio, parece como cansado.
- Si cansado, es la edad, que no respeta a nadie. ¡Que está “mu mayor” ya! –Por no decir viejo. Contesta otra.
Venía cabizbajo, a lo mejor simplemente pensativo, pero ya doblando el espinazo para adelante.
Se va acercando, poco, a poco, y cuando está a punto de llegar a la altura de las mujericas, les dice:
- ¿Qué andáis rumiando de mí? Que siempre estáis igual, me estaréis poniendo a escurrir.
- Que va, D. Honorio, ni mucho menos, lo único que estábamos comentando que lo veíamos un poco mayor, que ya le van pesando los años vamos.
A lo que contesta D. Honorio:
No voy agachado por ser mayor, o por el peso de los años. - - “Es por lo que me pesan los cojones”.
****************************** ******************
Y dice Piedacina la madre de Cruz, Montse y Begoña, metes la pata hasta el corvejón.
Y nada que mi primo Angelito sigue con el ergo de que si me dijo una vez, que si decían que si Albert Einstein había dicho……….
“Que es más fácil destruir un átomo que un prejuicio”
Salud.
Ayer
Crónicas de una letra minúscula.
10. - El peso de las cosas
Estando un día de cháchara y tertulia, las Sras. Ignacia, Manuela, Argimira y posiblemente alguna más, al lado de la fragua de Tarsicio, que estaba en una de las bocacalles que dan entrada a la plazuela, casi de frente de la casa de Nélida, la madre de Paquita. Ven asomar a D. Honorio el veterinario, que venía de la plaza, y al verlo, alguna de ellas, sin quererlo, comento:
- Hay que ver como pasa el tiempo, mirar ahí viene D. Honorio, parece como cansado.
- Si cansado, es la edad, que no respeta a nadie. ¡Que está “mu mayor” ya! –Por no decir viejo. Contesta otra.
Venía cabizbajo, a lo mejor simplemente pensativo, pero ya doblando el espinazo para adelante.
Se va acercando, poco, a poco, y cuando está a punto de llegar a la altura de las mujericas, les dice:
- ¿Qué andáis rumiando de mí? Que siempre estáis igual, me estaréis poniendo a escurrir.
- Que va, D. Honorio, ni mucho menos, lo único que estábamos comentando que lo veíamos un poco mayor, que ya le van pesando los años vamos.
A lo que contesta D. Honorio:
No voy agachado por ser mayor, o por el peso de los años. - - “Es por lo que me pesan los cojones”.
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Y dice Piedacina la madre de Cruz, Montse y Begoña, metes la pata hasta el corvejón.
Y nada que mi primo Angelito sigue con el ergo de que si me dijo una vez, que si decían que si Albert Einstein había dicho……….
“Que es más fácil destruir un átomo que un prejuicio”
Salud.