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MALVA: La llamaban Doña Romana, por eso de ser consorte de...

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José María García Mateos
Hace 8 minutos

Crónicas de una letra minúscula.

15. - Una romana muy fiel

Los tiempos y los pueblos no dejan de cambiar, ahora no hay un solo pueblo en Castilla, que no tenga una báscula para pesar, camiones, remolques, grano, ganado, en fin, lo que se tercie, en Malva por ejemplo hoy día hay dos grandes y una más pequeña para los cerdos. Volviendo la vista hacia atrás, la única báscula a estos niveles que conocíamos era la báscula de los silos de Pozoantiguo. Bueno en el molino siempre hubo una más pequeña para pesar sacos de cereal, como también las había en las tiendas de comestibles y en casa Vicenta. Sin embargo, lo que si había en casi todas las casas del pueblo, eran las romanas, grandes y pequeñas, con las grandes se pesaban los sacos de trigo, cebada, el marranico para vender, o mismamente, el de la matanza, se le pasaban dos correas, entre la barriga y las patas de adelante la una, y entre la barriga y las patas traseras la otra. Quedaba el guarro que parecía que se quedaba mirando para Mompobre. Era también el único instrumento que había para pesarse las propias personas. Con la pequeña, se pesaba el conejo, el capón, el kilo de garbanzos, el pimentón y la sal para los chorizos, las lentejas, un melón, todas las cosas de andar por casa (y eso es peso, se decía).
Entonces se utilizaban casi a diario y tenían tanta importancia que si además se juntaban con un reloj de pared, no te digo nada, recuerdo un comentario, de una mujer que ya no vive, decía más o menos así:
Si es que vuelven del baile igual que marcharon, parece mentira, las tuyas que son muchas vale, pero esta mía, hija única, siete piiiiii.., romana grande, romana pequeña, y hasta reloj de pared...... En fin que este comentario solo lo pongo para que quede claro la importancia que tenía en aquellos tiempos, una romana en una casa.

Cierto día en la solana, hace ya muchos años, entre otros se encontraban Don Honorio el veterinario, y Alejandro “el majo”, padre de Paco “el majo”, que me perdone su familia, digo esto para aclarar quién eran los personajes, ya que no me gustan y procuro huir de los apodos siempre que puedo.
Don Honorio era una institución en Malva, una persona muy sagaz, le gustaba mucho eso de contar chistes, a veces picantes y no digamos gastar bromas.

Hablaban de sus romanas –te digo que la mía, pesa mejor que la tuya- decía Alejandro –donde vas a parar como la mía no hay otra en todo el pueblo –decía Don Honorio. –Que te digo que la mía es más exacta que la tuya, que si, que no. –Que te digo que es mejor la mía, si lo sabré yo, que me subo todos los días encima de ella- Decía Don Honorio……
Llegado este momento, deciden echarlas a reñir, como se dice en estos casos.
Van a casa de Alejandro a por la romana, y de esta casa, con la romana a cuestas, calle Gallegas arriba a casa de Don Honorio, una vez en la puerta, éste llama a su mujer. - ¡Romanaaaa sal un momento!
Sale su mujer, la señora Romana, que así se llamaba.
- Ponte ahí- le dice- A ver Alejandro, saca tu romana y ponla junto a la mía- ¿Cuál vale más de las dos?

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- Y si no, pregúntaselo a mi primo Ramonito (Octavio).

El cuchitril de Pedro, el nieto de Don Leonides el boticario de Malva, estaba básicamente lleno de las cajas vacías de todos los tamaños, en las que habían llegado los medicamentos en el coche de línea de Zamora. Y no había ninguna pintada en la pared donde se pudiera leer aquella frase que posiblemente ni dijera Albert Einstein.

“Que es más fácil destruir un átomo que un prejuicio”

Salud.

La llamaban Doña Romana, por eso de ser consorte de Don.