Réplica de FACEBOOK.
José María García Mateos
Hace 2 minutos ·
Crónicas de una letra minúscula.
17.-Mi primo/hermano Pedro el de Albacete. Y seguimos con las historias de otro Pedro, el nieto del boticario de Malva.
Cuando mi primo Pedro el de mi tía Inacita, tenía un año y poco más, como mis tíos vivían en Albacete, eran maestros y trabajaban los dos, a parte de que sus otros hijos no eran muy mayores, nos lo trajeron a Malva, donde vivió hasta los cuatro años y medio.
En compensación dos de mis hermanas, en edad de bachiller vivían con mis tíos en Albacete. Quid pro quo. Ni que decir tiene, que las economías en aquellos tiempos no eran muy boyantes habiendo que economizar recursos.
Total que una buena parte de su crianza, como quién dice, corrió a cargo de mis padres, y así él lo consideró. Por consiguiente yo tuve un hermano pequeño, dejando de ser yo durante una buena temporada, el más pequeño de la familia.
A mi casa solía ir después de comer la Sr. Rosario (q. e. p. d.), la mujer de Paco el caminero, o mi madre a la suya, a coser que se decía y de paso escuchaban las radionovelas, charlaban, en fin que al calor de la estufa, en los inviernos y al fresco de las cocinas en los veranos, pasaban las tardes, y Pedro como era pequeño pues con ellas las pasaba.
En un ambiente cotidiano, muy familiar.
Rosario a modo de broma, le preguntaba a Pedro muy a menudo:
- ¿Pedro, majo, quieres que te cante un “ Tantum ergo”.
Pedro respondía siempre. –No quiero que me cantes un “Tanjun ergun”.
Al día siguiente lo mismo.
- ¿Pedro, majo, quieres que te cante un “ Tantum ergo”.
–No quiero que me cantes un “Tanjun ergun”.
Y tanto sé lo repetía que un día cagó en un trozo de cartón y se lo dio a Rosario diciéndole algo así como: ¡Toma!, el “Tanjun ergun para ti”.
Otro día, Rosario debía de tener pesadez de estomago, mala digestión o algo parecido, y estuvo toda la tarde quejándose del vientre.
En un momento dado le dice a Pedro:
- Pedro majo, ¡Acércame esas tijeras que están en la mesa!
Va Pedro se las da y le dice:
- ¡Toma “implada”!
(Todo esto lo cuento, por que a Rosario le hizo mucha gracia, y nos lo contó a nosotros muchas veces).
Pasó el tiempo y llegó el día del regreso de Pedro a su ciudad natal.
Recién llegado a Albacete, el pobre lo pasó mal, acostumbrado al pueblo, a estar todo el día libre, en la calle, y a su antojo. Y allí encerrado en un piso, no te digo nada.
Al principio, le decía a su madre. - ¡Que ya tienes llena de agua la “buchina”! Sé refería a la bañera. O por las noches medio dormido, cuando oía ruidos de los vecinos de arriba.
- ¡Gelines baja la cabra del “sobráo” que va a mear la cebada!
Un día Pedro, se perdió, lo recogió una señora y llamó a un guardia municipal. Al preguntarle éste por su padre, donde vivía, etc. Pedro respondía:
- ¿Cuál? Mi padre el de Malva, o mi papá el de Albacete, los de Malva al lado de la cruz, junto a la iglesia, al lado de la era pedrosa, los de Albacete, no lo sé.
En ese momento no sé quién estaría más perdido, el municipal o mi primo. Enterado quedó aquel guardia municipal de Albacete, de la cruz, de la iglesia de Malva, o de la era pedrosa.
Nota.
Mi primo pedro el de Albacete no tiene nada que ver con el Pedro nieto de Don Leonidas el boticario de Malva.
****************************** ******************
. – "Ni sí, ni no" (Crisantos)
(Mjl)
En el fuerte apache del cuchitril de Pedro, el nieto de Don Leonides el boticario de Malva, había indios y vaqueros de todo tipo, pero los que más nos gustaban eran los vaqueros en posición de sentados disparando con la mano derecha, a los que les hacíamos unos asientos con greda de las peñas, hincábamos el vaquero en la greda aún húmeda y quedaba el asiento a su medida dejando marcado en el barro la cartuchera y la funda de la pistola del vaquero, pero sin huella de aquella frase que posiblemente ni dijera Albert Einstein.
“Que es más fácil destruir un átomo que un prejuicio”
Salud.
José María García Mateos
Hace 2 minutos ·
Crónicas de una letra minúscula.
17.-Mi primo/hermano Pedro el de Albacete. Y seguimos con las historias de otro Pedro, el nieto del boticario de Malva.
Cuando mi primo Pedro el de mi tía Inacita, tenía un año y poco más, como mis tíos vivían en Albacete, eran maestros y trabajaban los dos, a parte de que sus otros hijos no eran muy mayores, nos lo trajeron a Malva, donde vivió hasta los cuatro años y medio.
En compensación dos de mis hermanas, en edad de bachiller vivían con mis tíos en Albacete. Quid pro quo. Ni que decir tiene, que las economías en aquellos tiempos no eran muy boyantes habiendo que economizar recursos.
Total que una buena parte de su crianza, como quién dice, corrió a cargo de mis padres, y así él lo consideró. Por consiguiente yo tuve un hermano pequeño, dejando de ser yo durante una buena temporada, el más pequeño de la familia.
A mi casa solía ir después de comer la Sr. Rosario (q. e. p. d.), la mujer de Paco el caminero, o mi madre a la suya, a coser que se decía y de paso escuchaban las radionovelas, charlaban, en fin que al calor de la estufa, en los inviernos y al fresco de las cocinas en los veranos, pasaban las tardes, y Pedro como era pequeño pues con ellas las pasaba.
En un ambiente cotidiano, muy familiar.
Rosario a modo de broma, le preguntaba a Pedro muy a menudo:
- ¿Pedro, majo, quieres que te cante un “ Tantum ergo”.
Pedro respondía siempre. –No quiero que me cantes un “Tanjun ergun”.
Al día siguiente lo mismo.
- ¿Pedro, majo, quieres que te cante un “ Tantum ergo”.
–No quiero que me cantes un “Tanjun ergun”.
Y tanto sé lo repetía que un día cagó en un trozo de cartón y se lo dio a Rosario diciéndole algo así como: ¡Toma!, el “Tanjun ergun para ti”.
Otro día, Rosario debía de tener pesadez de estomago, mala digestión o algo parecido, y estuvo toda la tarde quejándose del vientre.
En un momento dado le dice a Pedro:
- Pedro majo, ¡Acércame esas tijeras que están en la mesa!
Va Pedro se las da y le dice:
- ¡Toma “implada”!
(Todo esto lo cuento, por que a Rosario le hizo mucha gracia, y nos lo contó a nosotros muchas veces).
Pasó el tiempo y llegó el día del regreso de Pedro a su ciudad natal.
Recién llegado a Albacete, el pobre lo pasó mal, acostumbrado al pueblo, a estar todo el día libre, en la calle, y a su antojo. Y allí encerrado en un piso, no te digo nada.
Al principio, le decía a su madre. - ¡Que ya tienes llena de agua la “buchina”! Sé refería a la bañera. O por las noches medio dormido, cuando oía ruidos de los vecinos de arriba.
- ¡Gelines baja la cabra del “sobráo” que va a mear la cebada!
Un día Pedro, se perdió, lo recogió una señora y llamó a un guardia municipal. Al preguntarle éste por su padre, donde vivía, etc. Pedro respondía:
- ¿Cuál? Mi padre el de Malva, o mi papá el de Albacete, los de Malva al lado de la cruz, junto a la iglesia, al lado de la era pedrosa, los de Albacete, no lo sé.
En ese momento no sé quién estaría más perdido, el municipal o mi primo. Enterado quedó aquel guardia municipal de Albacete, de la cruz, de la iglesia de Malva, o de la era pedrosa.
Nota.
Mi primo pedro el de Albacete no tiene nada que ver con el Pedro nieto de Don Leonidas el boticario de Malva.
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. – "Ni sí, ni no" (Crisantos)
(Mjl)
En el fuerte apache del cuchitril de Pedro, el nieto de Don Leonides el boticario de Malva, había indios y vaqueros de todo tipo, pero los que más nos gustaban eran los vaqueros en posición de sentados disparando con la mano derecha, a los que les hacíamos unos asientos con greda de las peñas, hincábamos el vaquero en la greda aún húmeda y quedaba el asiento a su medida dejando marcado en el barro la cartuchera y la funda de la pistola del vaquero, pero sin huella de aquella frase que posiblemente ni dijera Albert Einstein.
“Que es más fácil destruir un átomo que un prejuicio”
Salud.