Réplica de FACEBOOK.
José María García Mateos
Hace 7 minutos
Crónicas de una letra minúscula.
19. - Si te vas a poner así me bajo y en paz
Volviendo una tarde de Toro, en el autobús de Heliodoro, cuando estábamos estudiando en el instituto, estudiando es un decir. Aunque el camino, era corto el trayecto se hacía largo. Para que os pongáis en situación. Trayecto Toro-Malva 16 km, que una vez con Luis, 127 en mano, las pegatinas de uno de la discoteca Stones de Salamanca en las puertas y pinchazo incluido lo hicimos en 12 minutos. Pero en el coche de línea con Heliodoro a una velocidad de 35 o 40, que nos adelantaban hasta los tractores, exagerando un poco, más las dos paradas de rigor, una en Pozoantiguo y otra en Fuentes, pues veníamos tardando nada más y nada menos que de 45 a 50 minutos.
Claro con esos tiempos, el autobús iba como parado, y a la edad que teníamos, pues no íbamos a hacer el camino todos los días del curso “sentaditos” cada uno en su asiento, como las hermanas de la caridad o rezando el rosario. Unos días dábamos más “querrica” que otros.
Esa tarde, a caballo entre Pozoantiguo y Fuentes nos dio a unos cuantos, entre ellos Toño (Salao, Salao), Jesus el de Fermín, Visgri, Nano, éstos dos de Fuentes, alguno más y yo mismo, por saltar al unísono en la parte de atrás del autobús. Conocido de todos es el famoso efecto de resonancia, lo que nos contaban de pequeños, que un batallón marchando al paso por un puente lo podía derribar (arroñar en nuestro pueblo), y no lo creíamos nadie, y es cierto. Ese efecto de resonancia pretendíamos conseguir y doy fe que lo conseguimos. Si cada vez que saltábamos, todos a la misma, la parte de atrás del coche bajaba un “pelín”, mientras que la de adelante, al contrario, lo subía. Si el próximo salto se hace en el momento que el coche está bajando, éste baja un “pelín” más, sube más, vuelve a bajar más y más y más sucesivamente, hasta que empieza un bamboleo, que tiembla, el misterio.
Como Heliodoro el chofer, nos decía que nos estuviéramos quietos, y le hacíamos un caso, como ayer que ya pasó, y seguía el bamboleo no aguantó más y paró el autobús, después de una pequeña bronca, y un pequeño enfrentamiento con Jesús, lo mando apearse del autobús, a lo que éste se negó en rotundo, en rotundo a bajarse por sus propios pies, pero no pudo negarse en rotundo, a bajarse por las manos de Heliodoro, que estaba cachas el tío. Total que lo bajó a empujones, y se acabó la historia. El resto el camino andando.
Al día siguiente otra parecida, no recuerdo exactamente lo que le preparamos a Heliodoro, pero paró de nuevo el autobus, y mandó bajar a Visgri el de Fuentes. Por avatares de la vida, habíamos adelantado a su padre, que venía de Pozoantiguo, de los silos con el tractor y el remolque, de por una carga de trigo. Y claro si se bajaba, se encontraba con su padre en plena carretera apeado, y menudas pulgas tenía el amigo, y si no se bajaba, se enfrentaba con Heliodoro que repito que estaba muy cachas y viendo lo que le había pasado a Jesús… Vaya dilema. Si como, me mancho el pico, y si no como, me muero de hambre, y no puedo asistir a la boda del tío Perico, decía el viejo cuento.
(Si esto fuera una película sonaría la música de esos momentos de tensión)
Pero Visgri, fue “listico”, y como la necesidad agudiza el ingenio, y el hambre, abre puertas o las cierra, se le encendió la luz, de repente.
Le dice a Heliodoro al parar el autobús y sin darle tiempo a que se levantara de su asiento.
–“ ¡Bueno hombre, si te vas a poner así, me bajo y en paz!”
Y sin más preámbulos, simulando que bajaba las escalerillas de la salida, abrió la puerta de atrás, agachándose un poco a cada falso paso que daba, quedándose agazapado dentro del coche, y cerrando la puerta de éste.
Todos los demás, disimulando, mirando por las ventanillas de atrás, hacíamos como que lo veíamos caminando por la carretera, riéndonos de él.
- Mirarlo, el bobo, como va andando. Etc, etc.
Nada más llegar a Fuentes Visgri se bajó el primero, Heliodoro, no se enteró y su padre por supuesto que tampoco.
Nota.
En recuerdo a Visgri y a Heliodoro, que ya no están con nosotros.
. - “ ¡Eso es peso!”.
El encargao de la romana en la matanza, antes de echar el “Salchichonal”. (Heli)
Volveremos con los vaqueros que había en el fuerte apache del cuchitril de Pedro, el nieto de Don Leonides el boticario de Malva, pero es que también tenía un pequeño circo y de éste me quedó en el recuerdo el pequeño escenario circular que hacía Pedro con los trozos cortados de una vieja cubierta maciza de goma de alguna rueda que yo suponía que sería de algún coche de bebés. Y con tanto vaquero y tanto circo. No querría que echarais en saco roto la frase que posiblemente ni dijera Albert Einstein.
“Que es más fácil destruir un átomo que un prejuicio”
Salud.
José María García Mateos
Hace 7 minutos
Crónicas de una letra minúscula.
19. - Si te vas a poner así me bajo y en paz
Volviendo una tarde de Toro, en el autobús de Heliodoro, cuando estábamos estudiando en el instituto, estudiando es un decir. Aunque el camino, era corto el trayecto se hacía largo. Para que os pongáis en situación. Trayecto Toro-Malva 16 km, que una vez con Luis, 127 en mano, las pegatinas de uno de la discoteca Stones de Salamanca en las puertas y pinchazo incluido lo hicimos en 12 minutos. Pero en el coche de línea con Heliodoro a una velocidad de 35 o 40, que nos adelantaban hasta los tractores, exagerando un poco, más las dos paradas de rigor, una en Pozoantiguo y otra en Fuentes, pues veníamos tardando nada más y nada menos que de 45 a 50 minutos.
Claro con esos tiempos, el autobús iba como parado, y a la edad que teníamos, pues no íbamos a hacer el camino todos los días del curso “sentaditos” cada uno en su asiento, como las hermanas de la caridad o rezando el rosario. Unos días dábamos más “querrica” que otros.
Esa tarde, a caballo entre Pozoantiguo y Fuentes nos dio a unos cuantos, entre ellos Toño (Salao, Salao), Jesus el de Fermín, Visgri, Nano, éstos dos de Fuentes, alguno más y yo mismo, por saltar al unísono en la parte de atrás del autobús. Conocido de todos es el famoso efecto de resonancia, lo que nos contaban de pequeños, que un batallón marchando al paso por un puente lo podía derribar (arroñar en nuestro pueblo), y no lo creíamos nadie, y es cierto. Ese efecto de resonancia pretendíamos conseguir y doy fe que lo conseguimos. Si cada vez que saltábamos, todos a la misma, la parte de atrás del coche bajaba un “pelín”, mientras que la de adelante, al contrario, lo subía. Si el próximo salto se hace en el momento que el coche está bajando, éste baja un “pelín” más, sube más, vuelve a bajar más y más y más sucesivamente, hasta que empieza un bamboleo, que tiembla, el misterio.
Como Heliodoro el chofer, nos decía que nos estuviéramos quietos, y le hacíamos un caso, como ayer que ya pasó, y seguía el bamboleo no aguantó más y paró el autobús, después de una pequeña bronca, y un pequeño enfrentamiento con Jesús, lo mando apearse del autobús, a lo que éste se negó en rotundo, en rotundo a bajarse por sus propios pies, pero no pudo negarse en rotundo, a bajarse por las manos de Heliodoro, que estaba cachas el tío. Total que lo bajó a empujones, y se acabó la historia. El resto el camino andando.
Al día siguiente otra parecida, no recuerdo exactamente lo que le preparamos a Heliodoro, pero paró de nuevo el autobus, y mandó bajar a Visgri el de Fuentes. Por avatares de la vida, habíamos adelantado a su padre, que venía de Pozoantiguo, de los silos con el tractor y el remolque, de por una carga de trigo. Y claro si se bajaba, se encontraba con su padre en plena carretera apeado, y menudas pulgas tenía el amigo, y si no se bajaba, se enfrentaba con Heliodoro que repito que estaba muy cachas y viendo lo que le había pasado a Jesús… Vaya dilema. Si como, me mancho el pico, y si no como, me muero de hambre, y no puedo asistir a la boda del tío Perico, decía el viejo cuento.
(Si esto fuera una película sonaría la música de esos momentos de tensión)
Pero Visgri, fue “listico”, y como la necesidad agudiza el ingenio, y el hambre, abre puertas o las cierra, se le encendió la luz, de repente.
Le dice a Heliodoro al parar el autobús y sin darle tiempo a que se levantara de su asiento.
–“ ¡Bueno hombre, si te vas a poner así, me bajo y en paz!”
Y sin más preámbulos, simulando que bajaba las escalerillas de la salida, abrió la puerta de atrás, agachándose un poco a cada falso paso que daba, quedándose agazapado dentro del coche, y cerrando la puerta de éste.
Todos los demás, disimulando, mirando por las ventanillas de atrás, hacíamos como que lo veíamos caminando por la carretera, riéndonos de él.
- Mirarlo, el bobo, como va andando. Etc, etc.
Nada más llegar a Fuentes Visgri se bajó el primero, Heliodoro, no se enteró y su padre por supuesto que tampoco.
Nota.
En recuerdo a Visgri y a Heliodoro, que ya no están con nosotros.
. - “ ¡Eso es peso!”.
El encargao de la romana en la matanza, antes de echar el “Salchichonal”. (Heli)
Volveremos con los vaqueros que había en el fuerte apache del cuchitril de Pedro, el nieto de Don Leonides el boticario de Malva, pero es que también tenía un pequeño circo y de éste me quedó en el recuerdo el pequeño escenario circular que hacía Pedro con los trozos cortados de una vieja cubierta maciza de goma de alguna rueda que yo suponía que sería de algún coche de bebés. Y con tanto vaquero y tanto circo. No querría que echarais en saco roto la frase que posiblemente ni dijera Albert Einstein.
“Que es más fácil destruir un átomo que un prejuicio”
Salud.
cuanta paciencia tenia Heliodoro, yo tambien viaje con él y que poquito caso le haciamos, si ibamos en el "coche de linea" como si estuvieramos en la pacheca, cada uno por un lado.... no me extaña que no se enfadara, el pobre Heliodoro.