Para todos los pueblos agricultores de la antiguedad, el conocimiento del cielo ha sido fundamental; su observación les permitió calcular los momentos precisos para realizar siembras y cosechas; para prepararse para el invierno o protegerse de los rigores del verano. La aparición de ciertas estrellas en el cielo marcaban las futuras condiciones climáticas y gracias a ello establecían diferentes acontecimientos de la vida comunitaria.