Desconectar el teléfono. Recargar nuestra batería
Bikini sin cobertura. Así, más o menos, podemos resumir la filosofía de una piscina pública de Nueva York a la que acudió la periodista Jenna Wotham. En una columna del New York Times hace tiempo contaba como ella y un amigo, dispuestos a pasar una tarde relajada, tuvieron que dejar por un rato sus teléfonos móviles. Al estupor inicial le sucedió el bienestar. Wortham redescubrió que era aquello de “vivir el momento”. El rato sin conexión dio lugar también a una reflexión: para muchos los smartphones se han convertido en apéndices que “influyen en los estados de ánimo, decisiones y sentimientos”.
Nuestra conducta a estudio
La adicción al móvil y las redes sociales puede ser más feroz que la del tabaco. Así de tajantes se mostraban una serie de investigadores norteamericanos en un artículo de la revista “Psychological science” publicado este invierno. Después de más de 200 encuestas entre adultos estadounidenses concluyeron que acceder a Facebook o Twitter era uno de los deseos más difíciles de resistir. Tan sólo lo superaban, en fuerza, las relaciones sexuales o dormir.
El anhelo incontrolado es mayor entre jóvenes y adolescentes. Según un estudio de la Universidad de Granada hasta un 8% de los estudiantes universitarios españoles sufre fobia a no estar con el móvil. La investigación revela que los jóvenes adictos a los smartphones se aburren más en sus actividades de ocio y buscan más sensaciones nuevas que los no adictos. Además tienen una autoestima más baja que éstos.
Bikini sin cobertura. Así, más o menos, podemos resumir la filosofía de una piscina pública de Nueva York a la que acudió la periodista Jenna Wotham. En una columna del New York Times hace tiempo contaba como ella y un amigo, dispuestos a pasar una tarde relajada, tuvieron que dejar por un rato sus teléfonos móviles. Al estupor inicial le sucedió el bienestar. Wortham redescubrió que era aquello de “vivir el momento”. El rato sin conexión dio lugar también a una reflexión: para muchos los smartphones se han convertido en apéndices que “influyen en los estados de ánimo, decisiones y sentimientos”.
Nuestra conducta a estudio
La adicción al móvil y las redes sociales puede ser más feroz que la del tabaco. Así de tajantes se mostraban una serie de investigadores norteamericanos en un artículo de la revista “Psychological science” publicado este invierno. Después de más de 200 encuestas entre adultos estadounidenses concluyeron que acceder a Facebook o Twitter era uno de los deseos más difíciles de resistir. Tan sólo lo superaban, en fuerza, las relaciones sexuales o dormir.
El anhelo incontrolado es mayor entre jóvenes y adolescentes. Según un estudio de la Universidad de Granada hasta un 8% de los estudiantes universitarios españoles sufre fobia a no estar con el móvil. La investigación revela que los jóvenes adictos a los smartphones se aburren más en sus actividades de ocio y buscan más sensaciones nuevas que los no adictos. Además tienen una autoestima más baja que éstos.