Versos del Siglo de Oro y sus ecos en las calles de Malva
En Malva, es normal que la gente se cite para cantar «El Hincado» que es la forma popular de recordar los romances de la pasión
JUAN JOSÉ MATILLA ÁLVAREZ | MAESTRO Y LICENCIADO EN FILOLOGÍA HISPÁNICA UNED
Hincado está de rodillas
orando a su padre inmenso
el que a la diestra sentado
juzgará vivos y muertos
Tenía que comenzar mi comentario con esta cuarteta asonantada. Son los primeros versos del segundo romance de los catorce que componen la Pasión, escritos por Lope de Vega, siendo la más conocida y extendida en la memoria popular de los habitantes de Malva.
Nunca pensé que un acto pudiera ser tan emotivo ni pudiera tener tanto alcance como la procesión que no finalizó cuando entraron las imágenes en el templo, ni cuando se callaron las voces de quienes entonaron. Siguió toda la noche en el bar, en la cena, en la tertulia, en los ánimos del año que viene. Me preguntaba qué había pasado la tarde que acababa de finalizar. Hacía más de treinta años que no asistía a la procesión del Jueves Santo de Malva, mi pueblo. La memoria se mantenía intacta con respecto a los rituales que nos ofrecían en el pórtico de la iglesia de San Miguel con la puja para saber quién llevaría el Cristo Grande y cuál de los niños sería el portador de una Cruz con un Crucifijo de menor tamaño. Nada de eso queda, lo que considero normal por la lógica evolución social; pero la historia ha mantenido firme e intacto el fervor y la fe de quienes portan al Crucificado y el fervor y la fe de los componen el coro para entonar en voz alta con limpieza de sus gargantas los romances religiosos que un día al insigne clérigo Lope de Vega se le ocurriera componer.
En Malva, es normal que la gente se cite para cantar «El Hincado» que es la forma popular de recordar los romances de la pasión. Gente que viviendo en lugares lejanos cumplan con el ritual, casi promesa, de asistir cada Jueves Santo a la procesión. Y hacen bien, un hecho con un sentimiento tan profundo, tan hondo debe ser considerado con toda la estima e importancia que requiere; sin embargo, la gente sencilla de este pequeño pueblo no quiere tener el protagonismo que otras fiestas con menor arraigo poseen atrayendo visitantes para conocer superficialmente una tradición. Puede que el Jueves Santo de Malva no sea lo folclórico que se necesita para ser visitado, mas les digo a quienes quieran tener una honda percepción de lo que significa una procesión en el medio rural, se acerquen a Malva un Jueves Santo por la tarde, temprano, para asistir al acto procesional donde cada miembro de la comunidad tiene un papel determinado dentro de ese sentimiento desbordado que componen todos sus participantes: los que cantan, verdaderos protagonistas; el penitente portador de la imagen acompañado de sus familiares dando gracias o pidiendo la intervención del Altísimo en un asunto serio; los que rezan el Santo Rosario en silencio; los que dan gracias por beneficios recibidos; los niños y adolescentes con ganas de ser partícipes para continuar con la tradición, recoger de la generación anterior la guía, el sendero, las andanzas de ser de Malva. Cada uno tiene su sitio y cada uno sabe cómo expresar la forma de sentir nuestra tradición tan arraigada.
Conozco otras procesiones similares que tiene lugar en diferentes lugares de la geografía peninsular, alguna la he seguido con detenimiento y también he sido testigo de estrofas con ritmo de villancico cantadas no cuando Cristo muere sino cuando nace expresando la alegría por el nacimiento para morir en la Cruz, pero ninguna cumple con el sentimiento que en mí provoca. Soy de Malva.
Quiero finalizar este reconocimiento al pueblo de Malva con otra cita de los romances de Lope aludidos. Así empiezan y acaban.
Los dos más tiernos esposos,
los dos más tiernos amantes,
los mejores Madre e Hijo,
porque son Cristo y su Madre.
Ámame tú como debes
y viviremos entrambos;
tú enterrándote conmigo
y yo en ti resucitando.
En Malva, es normal que la gente se cite para cantar «El Hincado» que es la forma popular de recordar los romances de la pasión
JUAN JOSÉ MATILLA ÁLVAREZ | MAESTRO Y LICENCIADO EN FILOLOGÍA HISPÁNICA UNED
Hincado está de rodillas
orando a su padre inmenso
el que a la diestra sentado
juzgará vivos y muertos
Tenía que comenzar mi comentario con esta cuarteta asonantada. Son los primeros versos del segundo romance de los catorce que componen la Pasión, escritos por Lope de Vega, siendo la más conocida y extendida en la memoria popular de los habitantes de Malva.
Nunca pensé que un acto pudiera ser tan emotivo ni pudiera tener tanto alcance como la procesión que no finalizó cuando entraron las imágenes en el templo, ni cuando se callaron las voces de quienes entonaron. Siguió toda la noche en el bar, en la cena, en la tertulia, en los ánimos del año que viene. Me preguntaba qué había pasado la tarde que acababa de finalizar. Hacía más de treinta años que no asistía a la procesión del Jueves Santo de Malva, mi pueblo. La memoria se mantenía intacta con respecto a los rituales que nos ofrecían en el pórtico de la iglesia de San Miguel con la puja para saber quién llevaría el Cristo Grande y cuál de los niños sería el portador de una Cruz con un Crucifijo de menor tamaño. Nada de eso queda, lo que considero normal por la lógica evolución social; pero la historia ha mantenido firme e intacto el fervor y la fe de quienes portan al Crucificado y el fervor y la fe de los componen el coro para entonar en voz alta con limpieza de sus gargantas los romances religiosos que un día al insigne clérigo Lope de Vega se le ocurriera componer.
En Malva, es normal que la gente se cite para cantar «El Hincado» que es la forma popular de recordar los romances de la pasión. Gente que viviendo en lugares lejanos cumplan con el ritual, casi promesa, de asistir cada Jueves Santo a la procesión. Y hacen bien, un hecho con un sentimiento tan profundo, tan hondo debe ser considerado con toda la estima e importancia que requiere; sin embargo, la gente sencilla de este pequeño pueblo no quiere tener el protagonismo que otras fiestas con menor arraigo poseen atrayendo visitantes para conocer superficialmente una tradición. Puede que el Jueves Santo de Malva no sea lo folclórico que se necesita para ser visitado, mas les digo a quienes quieran tener una honda percepción de lo que significa una procesión en el medio rural, se acerquen a Malva un Jueves Santo por la tarde, temprano, para asistir al acto procesional donde cada miembro de la comunidad tiene un papel determinado dentro de ese sentimiento desbordado que componen todos sus participantes: los que cantan, verdaderos protagonistas; el penitente portador de la imagen acompañado de sus familiares dando gracias o pidiendo la intervención del Altísimo en un asunto serio; los que rezan el Santo Rosario en silencio; los que dan gracias por beneficios recibidos; los niños y adolescentes con ganas de ser partícipes para continuar con la tradición, recoger de la generación anterior la guía, el sendero, las andanzas de ser de Malva. Cada uno tiene su sitio y cada uno sabe cómo expresar la forma de sentir nuestra tradición tan arraigada.
Conozco otras procesiones similares que tiene lugar en diferentes lugares de la geografía peninsular, alguna la he seguido con detenimiento y también he sido testigo de estrofas con ritmo de villancico cantadas no cuando Cristo muere sino cuando nace expresando la alegría por el nacimiento para morir en la Cruz, pero ninguna cumple con el sentimiento que en mí provoca. Soy de Malva.
Quiero finalizar este reconocimiento al pueblo de Malva con otra cita de los romances de Lope aludidos. Así empiezan y acaban.
Los dos más tiernos esposos,
los dos más tiernos amantes,
los mejores Madre e Hijo,
porque son Cristo y su Madre.
Ámame tú como debes
y viviremos entrambos;
tú enterrándote conmigo
y yo en ti resucitando.