¿Habrá gente que no tenga que levantarse más que para ir al mercado, o a la propia huerta, a por el producto del día y, de regreso a casa, tomarse un vinito terapéutico y luego ponerse a guisarlo al amor de la lumbre antes de echarse la siesta o bajarse a echar una partidita con su paseíto correspondiente, a media tarde, parando en el bar de abajo a tomarse una cañita y marchar a ponerse las zapatillas y la bata guateada para ver la tele o el libro de cabecera?
¡Mira si los habrá! Sin ir más lejos, en unos días, uno que ya vivía como un "rey", vivirá mucho mejor. Sin el peso de la corona, una corona sucia que ya se están encargando de lavar y dejar como un jaspe, los políticos y medios de comunicación de este país. Todo, para que no se queje el niño de la herencia recibida.