Bajo mí punto de vista, terminar con esta lacra está en la mano de todos: padres, maestros,
iglesia y medios de comunicación. Invirtiendo, en la educación en valores de los niñ@s, pero sobre todo predicando con el ejemplo, enseñarles, que no se puede abusar de los más débiles, que se debe respetar a la mujer, al inmigrante, al creyente o no creyente... al diferente. No podemos olvidarnos que los niños son como esponjas.