Sería maravilloso que todo esto fuera un mal recuerdo del pasado, pero desgraciadamente es presente. Espero que en un futuro no muy lejano, no sea más que eso, un mal recuerdo del pasado.
Bajo mí punto de vista, terminar con esta lacra está en la mano de todos: padres, maestros, iglesia y medios de comunicación. Invirtiendo, en la educación en valores de los niñ@s, pero sobre todo predicando con el ejemplo, enseñarles, que no se puede abusar de los más débiles, que se debe respetar a la mujer, al inmigrante, al creyente o no creyente... al diferente. No podemos olvidarnos que los niños son como esponjas.