MALVA: CRÓNICAS DE UN PUEBLO...

CRÓNICAS DE UN PUEBLO
El otro día preguntaba MJL que dónde estaba la era de Zenón. Es como si a un vasco le preguntas dónde está “La catedral” o a un brasileño “Maracaná”. Aunque se jugaba al fútbol en cualquier era, la que más forma de campo reglamentario tenía era la de Zenón, cuando se le podía unir la de Esteban el Mosca. Sólo la desfigura un poco la entrada que tiene frente al cebonero de Juan Antonio. Pero en peores garitas hemos hecho guardia: una vez jugamos, ¿verdad Ga?, en Villalube con arados dentro del campo y hasta con una viga que había que saltar antes de entrar en el área.
Hay crónicas de aquella época gloriosa y a ellas remito al que tenga algún interés sobre el palmarés de Malva tanto en liga como champions. Yo recuerdo alguna gesta deportiva en la era de Manolo, el padre de Cele, entre la caseta de Félix “Matagatos” y la de Antonio, el de Teonila y hasta en el prao de “La revuelta” además de la mencionada era de Zenón.
Estoy hablando de los grandes acontecimientos futbolísticos que tenían lugar en la fiesta de la Virgen del Tobar, porque de otros partidos o “recopas” en alguna era de extrangis, lo que más me viene a la memoria eran las estiradas que hacía Fede el Rácano, cuando jugaba de portero o cuando se nos escapaba el balón al regato y andaba por allí cerca Pon. No se te ocurriera decirle que te lo devolviera porque te lo tiraba más lejos. ¡Y ahí lo tienes ahora, abonado a Gol TV! ¡Se dice bien!.
Creo que la mayoría de nosotros nos acordaremos de la “Champions” que jugamos en Morales dónde habían ido de fiesta unos cuantos jóvenes de Malva. Como los de Morales no encontraban a quien engañar para jugar un partido de fútbol, pensaron en los de Malva para ganarles facilmente y así jugar la final contra el que ganara la otra semifinal, mucho más complicada porque se enfrentaban dos buenos equipos: La Seca (de dónde es natural Eusebio, el que jugó en la selección) y Villagrájima.
Lo que no pensaban los de Morales, ni tampoco los de Malva, es que les fuéramos a mojar la oreja metiéndole cinco goles como cinco soles y que los que pasaran a la final fueran los de nuestro pueblo. La que se organizó fue mundial. Acudió el pueblo entero, en el coche de Valero y en coches particulares, a animar a los nuestros en la final, nada menos que contra Villagrájima.
Nos ganaron 6-3, pero les metimos un susto que todavía les tiemblan las piernas. La pena fue que Fernandito se cayó de maduro cuando se escapaba solo hacía portería para meter el cuarto gol cuando íbamos empatados a 3 y faltaba un suspiro para terminar. Si lo llega a meter trastornamos el coche línea de Valero. Después, en la prórroga, nos vinimos abajo y nos encasquetaron otros tres. Isidro el Majo, que jugó de portero, lloraba desconsoladamente un poco por la derrota y otro poco porque se tenía que ir al Ferral, a seguir con la mili.
En Villalube, además de jugar en esa era que comentaba antes, hubo otra anécdota digna de contarse cuando, después de ganarles el partido, nos dieron una copa que no valía ni pa chupitos y Cele (o Tanis, no recuerdo) se la tiró desde el remolque pa que se la metieran por el culo.
Uno de los partidos más bonitos que recuerdo fue en Belver. Con ellos jugaba uno, que llevaba el número 10, que lo hacía divinamente, pero desde la banda no dejábamos de animar a los nuestros. Sobre todo, Tanis que no calló un momento. Creo que fue una de las pocas veces que Miguel jugó al fútbol con el equipo del pueblo y, como era muy bueno, Tanis no dejaba de decir que sería Miguel el que metiera el gol del empate a 2. ¡Y acertó!. Hubo que jugar otro partido para deshacer el empate y creo que terminamos por peteneras, rompiéndole las porterías con la rueda de un tractor con el que algunos se habían presentado en Belver.
Otro rifirrafe famoso fue el que tuvo Eulogio con los de Vezdemarbán en la era de Teógenes, junto a la caseta de Antonio el de Teonila que, a veces, se usaba de vestuario. Había mucha rivalidad con los del pueblo de Anfiloquio, del Robusquiño y de Gregorio el Dificilísimo. Allí fuimos una vez a jugar en una era que estaba en la parte de arriba de un teso y, cuando se iba el balón fuera del campo, había que echar el pregón pa que alguien nos lo devolviera. Después nos quedamos al baile y tuvimos que volver a Malva en bicicleta, como habíamos ido, pero a oscuras y por el camino de detrás de la ermita, con lo malo que ha estado siempre. Nos guiábamos por el sonido, así que no ganamos pa testones y castañazos. Fede el Rácano pinchó una rueda y le tocó sacar el neumático y rellenar la cubierta con paja de las cebadas que estaban sin empacar.
Volviendo a la era de Zenón, allí tenían lugar los famosos partidos de solteros contra casados. Parece mentira, pero los llegaron a jugar figuras de la talla (bien digo, talla) de Don Carlos, Manolo el Gordo y Esteban el Vasco que, tras una dura pugna con Manolo el de Baudilia, se pegó un barrigazo que dejó la chocolatina de sus abdominales marcada en la hierba.
Tras la generación de Cele, Eulogio y compañía salieron unas camadas de muchachos que lo del fútbol no era lo suyo. Claro que no me extraña que se les quitaran las ganas de fútbol viendo los soplamocos que se arreaban, se ve que para hacerse un marcaje ferreo, Félix la Burra, Valentín y Jose María el Mosco, corriendo por la banda... aunque no estuviera el balón. Terminaban con las espaldas bien calientes.
Hasta que nosotros nos hicimos mayores y organizamos algún que otro trofeo el día de fiesta. Le pedíamos a Toño el Molinero que nos diera el polvo de paniza que iba a tirar y lo utilizábamos para marcar las líneas del campo. Luego hacíamos unos hoyos y clavábamos los palos que hacían de postes. Para el larguero usábamos una cuerda que no atábamos hasta última hora para que a alguno no le diera la tentación de rimplárnosla. De los pocas veces que jugamos, recuerdo el día que nos enfrentamos a Castronuevo y terminaron pegándose Alfredo y Paco, el hermano de Flugen, por una falta mal señalada. Miguel, que era el árbitro, termino expulsando lo mismo a Paco que a su hermano.
Había tanta afición que se acercaba gente a vernos: Pivo, Liborio, Eutimio, mi padre, etc. Hasta que se metió por medio el “peiperviu” y la gente se acomodó en la camilla pa ver el fútbol.