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JMG me dijiste el sábado que me habías contado lo de los torreznillos de mi abuelo, pero no me acordaba. Ha estado muy bueno. Yo de pequeño me crié con ellos en la actual casa de mi madre. Haciamos la vida en lo que hoy es la cocina. Allí estaba y aun está la chimenea. Comiamos los tres en una mesa muy pequeña al calor de la lumbre y mi abuelo siempre tenía la jarrica de vino entre las piernas. A mi me gusta mucho el vino y esta afición, aunque alguno pueda creer que viene por parte de padre yo estoy seguro que es por parte del padre de mi madre. Una noche despues de cenar nos sentamos a la lumbre. El dale que te dale a su jarrica. Hablaba poco, como de costumbre y de repente un estruendo dentro de la casa. Mi abuela y yo salimos corriendo de la cocina y al llegar al pasillo, vimos la puerta de entrada a la casa desencajada y una polvorera que apenas se veía la cabina de un camión, que al quedarse sin frenos, no pudo coger la curva en la plaza y se empotró contra la puerta de la casa. Mi abuelo siguió a lo suyo hasta que mi abuela hecha un basilisco lo despertó. MORALEJA: El vino y el calor de la lumbre puede con el más pintado.
Miguel, tu sabes que antes se ajustaban en malva para trabajar la tierra y además de la soldada (sueldo que se cobraba al año) se ajustaba la comida. Mi padre cuando era jovez estuvo ajustado en casa de tus abuelos. Pues siempre me cuenta que recuerda un dicho de tu abuela Manuela: "el jamón para quien trabaja, para quien hace menos, el tocino". Y siempre le llenaba la fiambrera de jamón y de chorizo para que estuviera bien alimentado.