Hablando de pasacalles, un año por San Pedro, hace unos cuantos, veníamos Luis y yo de comprar un queso de una tienda que hay en Santa Clara, íbamos hacia mi casa, y al pasar por San Torcuato, nos paramos a ver un pasacalles muy colorido de brasileñas con mucho ritmo y acompañamientos varios. Entre ellos iba un pedazo elefante enorme, con su cuidador por detrás. Yo llevaba el queso en una bolsa. Cuál no sería mi sorpresa, por no decir acojono, que de repente el elefante viene derechito a mí, pero a piñón fijo. Yo retrocedí un poco, y Luis me dice tranquila que no hace nada, que va el cuidador detrás y sabe como tratarlo. El elefante siguió avanzando hacia mí y ni corto ni perezoso envolvió la bolsa del queso con su trompa y trataba de quitármela el muy ladrón. Yo grité, pero no solté la bolsa, vamos no cedí ni un cm. de mi posición, ya después de un momento que a mí me pareció eterno, llegó el dueño y lo apartó de la bolsa. Yo me quedé blanca como la pared, pero con mi queso. No sé cómo no me dió un trompazo, y nunca mejor dicho el espabilao del bicho.
Ese elefanto no sabía con quíen se estaba midiendo, nada más y nada menos que con MSOL de Malva