Respecto al trato o maltrato de animales os contaré una anecdota de mu cuñado.
Eran las fiestas de Trefacio, pueblo que dista a 5 kms. de El Puente, y como eran los encargados de cerrar las fiestas, al venir caminado alrededor de las siete de la mañana, se encuentran con una señora tirando del ramal de una burra.
Esta venía pretrechada con unos aparejos y encima de estos, unos garabatos para la limpieza de un pozo. Alguno de los garabatos molestaba al animal y se negaba a caminar.
Viendo tal situación, los tranochadores se vieron en la obligación de ayudar a la pobre señora, que había pasado los sesenta.
Entonces uno de ellos le dice:
No se preocupe, que yo hablo con el animal y se pone a caminar más lista que una ardilla (por aquí hay ardillas, pocas, pero hay)
Se acerca a la burra, la coge por la cebezada, se carca a la oreja y muy discretamente le mete la colilla del ducados y le aprita la oreja para que no se salga.
Como podeis imaginar, esa burra empezo a correr y les costó un triunfo agarrarla.
La pobre señora, que por su edad ya no corria mucho, gritaba:
¡Hay condenau, que le habrás dicho! (lo de condenau, por aquí se dice mucho por la influencia galaico-portuguesa).
Eran las fiestas de Trefacio, pueblo que dista a 5 kms. de El Puente, y como eran los encargados de cerrar las fiestas, al venir caminado alrededor de las siete de la mañana, se encuentran con una señora tirando del ramal de una burra.
Esta venía pretrechada con unos aparejos y encima de estos, unos garabatos para la limpieza de un pozo. Alguno de los garabatos molestaba al animal y se negaba a caminar.
Viendo tal situación, los tranochadores se vieron en la obligación de ayudar a la pobre señora, que había pasado los sesenta.
Entonces uno de ellos le dice:
No se preocupe, que yo hablo con el animal y se pone a caminar más lista que una ardilla (por aquí hay ardillas, pocas, pero hay)
Se acerca a la burra, la coge por la cebezada, se carca a la oreja y muy discretamente le mete la colilla del ducados y le aprita la oreja para que no se salga.
Como podeis imaginar, esa burra empezo a correr y les costó un triunfo agarrarla.
La pobre señora, que por su edad ya no corria mucho, gritaba:
¡Hay condenau, que le habrás dicho! (lo de condenau, por aquí se dice mucho por la influencia galaico-portuguesa).