Tenía que ser bonito cuando existía la Iglesia. Mi padre recuerda bien como era, aunque era jovencito.
La pena es que después se utilizaron las piedras para ponerlas en las aceras. En mi puerta había dos, que no sé qué habrá sido de ellas.
La pena es que después se utilizaron las piedras para ponerlas en las aceras. En mi puerta había dos, que no sé qué habrá sido de ellas.
Y para cruzar los regatos. No te acuerdas de lo enormes que eran, que cuando jugabamos podiamos estar hasta tres encima de ellas. Claro que siempre alguno se iba al agua.