Allí estabamos, y reconociendo que eramos un poco cabrones, la animabamos diciendole ¡a que no llegas! Y claro, no llegó.
Nosotros pusimos pies en polvorosa y quedó tu padre llamandonos a voces a la vez que se ponía las catiuscas para sacar a Josefina.
Nosotros pusimos pies en polvorosa y quedó tu padre llamandonos a voces a la vez que se ponía las catiuscas para sacar a Josefina.