Así pues, de la primitiva obra medieval tan solo ha llegado a nuestros días los muros laterales de la nave, en cuyo lado septentrional se conserva una humilde portada de doble arquivolta dovelada y apuntada; y la magnífica torrecampanario que corona su hastial occidental, pieza casi única -por algunas de sus características- en los contextos románicos peninsulares y que ha hecho a la iglesia de Mombuey digna de figurar en la mayoría de libros y tratados sobre arterománico.