Históricamente ha sido un enclave importante, así lo confirma la relevancia del
Monasterio de los Jerónimos en torno al año 1500. Sin embargo, los restos más antiguos del
pueblo se encuentran en el muro norte de la
Ermita de la
Virgen del
Castillo, siendo probablemente románicos del siglo XII, como confirman los
canecillos que quedan aún visibles. También debe ser de la misma época la sencilla
pila bautismal románica que se conserva en la
Iglesia Parroquial de
San Miguel Arcangel.