Los primeros vestigios encontrados en el municipio de
Moral de Sayago datan de la época prerromana, en concreto se trata de unas toscas
esculturas en granito similares a las que han aparecido en las provincias de
Ávila y
Salamanca. Lo cual atestigua el poblamiento desde tiempos inmemoriales de estas tierras.
La comarca de Sayago se situaría justo en el vértice del territorio ocupado por diversos
pueblos prerromanos, el Duero siempre ha servido de frontera; por el este aparecerían los Vacceos, por el norte la influencia de los Astures, por el oeste tenemos a los Lusitanos y en el sur se encontrarían los Vetones; diferentes autores propugnan la inclusión de nuestra comarca dentro de los límites de los tres primeros pueblos, sin embargo, lo más acertado parece ser integrarla dentro del ámbito vetón[2]. Si bien, en realidad hay que decir que es un espacio cuyos habitantes se encontrarían mezclados e influidos por la cultura de todos y cada uno.
Los vestigios que nos quedan en la actualidad de aquella época son numerosos en toda la comarca y en las adyacentes. Pero centrándonos en Moral de Sayago tenemos datos del “hallazgo en 1859 de varias sepulturas algunas de las cuales encerraban toscas esculturas de granito de las que sólo vi una figurando un becerrillo, así como los fragmentos de vasijas cinerarias” según recoge Álvarez-Sanchís citando a T. M. Garnacho, 1875. Gómez Moreno (1927) dice que recuerdan a perros o becerrillos y eran del tamaño de un gato grande, más o menos rotas por sus extremidades y sin peana. Todas ellas desaparecieron, como ha ocurrido con tantas y tantas muestras de
arte en nuestra Comunidad Autónoma, en unos casos por desidia y en otros por avaricia. Sin duda se parecerían a las que podemos ver a continuación encontradas en el Castro de
San Mamede (Villardiegua), en el
pueblo de Villalazán y en Tras-os-
Montes (
Portugal) y recogidas por Álvarez-Sanchís (1999).
Según algunos autores, el nombre de
Abelón proviene de la diosa
romana de la guerra Belona. Además de las similitudes en ambas palabras, Sevillano Carvajal argumenta para ello el descubrimiento en el subsuelo del
Ayuntamiento durante unas obras de unas figurillas de
toros de pequeñas dimensiones o gatos, esculturas que se relacionan con la mencionada deidad. Desgraciadamente todas ellas desaparecieron y se desconoce su paradero.