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MORALEJA DEL VINO: . GÓMEZ El desalojo de los quintos de Moraleja del...

. GÓMEZ El desalojo de los quintos de Moraleja del Vino del salón en el que celebraban su fiesta la última semana del año por exceder el horario permitido fue el detonante de la reunión celebrada el pasado 30 de diciembre a instancias del propio alcalde de Moraleja, Guillermo Freire, para adoptar una postura común frente a la «excesiva presión» ante la cantidad de normativas que los regidores consideran «imposibles de cumplir». Alcaldes de la comarca, entre los que se encontraban los de Villaralbo, Madridanos, Entrala, El Piñero o Arcenillas, coincidieron en expresar su «inquietud» e «incapacidad» para afrontar las numerosas obligaciones que imponen las normas, principalmente las relacionadas con festejos y medio ambiente y cuyo incumplimiento está acarreando abultadas multas a algunos ayuntamientos.

«Nos están presionando tanto que esto va a saltar por algún lado», expresaba ayer a este diario Guillermo Freire. Todavía con el resquemor de la polémica de los quintos, el alcalde de Moraleja no duda en afirmar que «si aplican la normativa nos quedamos sin fiestas populares». Augura que algo parecido a lo de esta Navidad puede pasar en las Águedas, el mayo o San Isidro.

Y lo mismo expresaron los alcaldes en asuntos relacionados con el medio ambiente, ya vengan de la Junta de Castilla y León, el Gobierno central o la Confederación Hidrográfica del Duero. «Nos encontramos un poco desamparados con respecto a la cantidad de normativas que nos imponen», se queja el alcalde de Villaralbo, pueblo que ha recibido dos importantes sanciones en materia medioambiental.

Los alcaldes expresaron sin fisuras su malestar y preocupación. Fue una primera toma de contacto a la que seguirá una nueva reunión, «cuando terminen las fiestas», para adoptar algún acuerdo que pasará por trasladar a las instituciones el problema. «De momento nos hemos hecho oír pero vamos a ver la forma de transmitir alguna queja porque no pueden imponer normativa tras normativa que quizá en una gran ciudad puede aplicarse pero no en estos pueblos», indica Freire.

El alcalde de Moraleja pone el ejemplo de la retirada de escombros como «extremo del absurdo al que estamos llegando». Así, «si un señor repara el cuarto de baño de su casa tiene que llevar los azulejos, mosaicos y demás a una escombrera de Santa Cristina de la Polvorosa porque no se pueden depositar en el pueblo».

Natalio Gutiérrez, alcalde de Arcenillas, apunta directamente a las administraciones «que dictan leyes desde los despachos sin tener en cuenta a los que estamos en el pueblo y sabemos lo que hay. Los alcaldes no podemos afrontar tal cantidad de normas sin recurso ninguno. Esto no es una ciudad, donde tienen más medios. Y además no se andan con chiquitas, que si te viene una multa no es de 600 euros sino bien gordas. A ver de dónde sacamos el dinero según están ahora las cosas».

Quizá por todo ello, y sumado a la restrictiva ley contra el tabaco, al alcalde de Moraleja se le ha llegado a pasar por la cabeza, y así lo confiesa en tono distendido, colocar a la entrada del pueblo el mítico eslogan de mayo del 68 que decía aquello de «prohibido prohibir».

«La situación es insostenible, con un poco de tolerancia y flexibilidad todo iría mejor»

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Alcalde de Moraleja del Vino