El pueblo no renuncia nunca a sus libertades sino bajo el engaño de una ilusión. Como la dicha de un pueblo depende de ser bien gobernado, la elección de sus gobernantes pide una reflexión profunda.
El discurso elocuente no es de boca a oreja, sino de corazón a corazón.
Vida ciudadana: millones de seres viviendo juntos en soledad.