IMPRESIÓN DE MUELAS
Entrando por los Carriles
se llena el alma de Muelas.
En una punta el Piñedo,
en otra punta la Iglesia.
Un mar azul de pizarra
con las fachadas de piedra.
En medio, como vígías,
dos colosales choperas:
una que espera de frente
y otra detrás, pero espera.
Más esquinado hacia arriba
el barrio de Matalera:
todo un verdor de castaños
que vierten sombras muy negras.
A mano izquierda el Cheriz,
al otro lado la Vega.
Y allá en el fondo el Fenal,
casi jardín, casi selva.
Al descumbrar los Carriles
se van del pecho las penas.
Es como entrar en el día
tras una noche sin tregua;
todo un instante de gozo
que se abre a cosas eternas:
una panchuga, una mora,
un cucumillo, una yesca,
un chorro espeso de risa,
un chapuzón de agua fresca.
Al descumbrar los Carriles
¡cuántos recuerdos regresan!
Los toyos, las cacaforras,
los bruños, las lichariegas;
una panzada de puerros,
un atracón de acederas...
Es como entrar en los claros
de un alba de primavera.
¡Cuánta verdad, cuánta savia
vuelve a correr por las venas!
Entrando por los Carriles
o entrando por la Fusera,
al columbrar tanta vida
¡qué plenitud más completa!
Mariano Estrada http://marianoestradavazquez. blogspot. com. es/
Del libro "Trozos de cazuela compartida"
Entrando por los Carriles
se llena el alma de Muelas.
En una punta el Piñedo,
en otra punta la Iglesia.
Un mar azul de pizarra
con las fachadas de piedra.
En medio, como vígías,
dos colosales choperas:
una que espera de frente
y otra detrás, pero espera.
Más esquinado hacia arriba
el barrio de Matalera:
todo un verdor de castaños
que vierten sombras muy negras.
A mano izquierda el Cheriz,
al otro lado la Vega.
Y allá en el fondo el Fenal,
casi jardín, casi selva.
Al descumbrar los Carriles
se van del pecho las penas.
Es como entrar en el día
tras una noche sin tregua;
todo un instante de gozo
que se abre a cosas eternas:
una panchuga, una mora,
un cucumillo, una yesca,
un chorro espeso de risa,
un chapuzón de agua fresca.
Al descumbrar los Carriles
¡cuántos recuerdos regresan!
Los toyos, las cacaforras,
los bruños, las lichariegas;
una panzada de puerros,
un atracón de acederas...
Es como entrar en los claros
de un alba de primavera.
¡Cuánta verdad, cuánta savia
vuelve a correr por las venas!
Entrando por los Carriles
o entrando por la Fusera,
al columbrar tanta vida
¡qué plenitud más completa!
Mariano Estrada http://marianoestradavazquez. blogspot. com. es/
Del libro "Trozos de cazuela compartida"