El Acentor vigila al águila en nuestras montañas.
El águila, a los treinta años, está a punto de morir. Su pico ya no puede tomar el alimento, sus uñas debilitadas no pueden capturar a la presa, sus plumas pesadas no le permiten volar.
Entonces, en un esfuerzo supremo, sube hasta la cumbre y comienza el proceso de cambio. Primero, lija su pico hasta hacerlo caer y espera que le nazca uno nuevo para arrancarse con éste las uñas debilitadas. Con ellas, se quitará las plumas para que le crezcan otras suaves y livianas. Luego, se hace un lifting y el águila vivirá hasta los sesenta años.
El águila, a los treinta años, está a punto de morir. Su pico ya no puede tomar el alimento, sus uñas debilitadas no pueden capturar a la presa, sus plumas pesadas no le permiten volar.
Entonces, en un esfuerzo supremo, sube hasta la cumbre y comienza el proceso de cambio. Primero, lija su pico hasta hacerlo caer y espera que le nazca uno nuevo para arrancarse con éste las uñas debilitadas. Con ellas, se quitará las plumas para que le crezcan otras suaves y livianas. Luego, se hace un lifting y el águila vivirá hasta los sesenta años.