Acabo de encontrar en una publicacion de un congreso hispano luso de Sanabria unos cuentos que relató una vecina de Padornelo. el nombre no lo indican pero quizas los cuentos os sean familiares:
EL LOBO JÓVEN
Había una vez, un lobo todavía muy joven, que quiso dejar a sus padres e irse a recorrer mundo.
Lo primero que se le ocurrió fue, irse cerca del pueblo, pues pensaba que allí había mucho que comer.
Al llegar a los prados de Calella, vio a cuatro carneros que estaban paciendo un prado. Como tenía
mucha hambre, al llegar donde ellos les dijo:
- ¡Prepararos para morir, porque voy a comeros!
Los carneros le contestaron:
- Está bien, pero tienes que ayudarnos. Mira, estamos partiendo este prado para que nuestros
herederos no tengan que pelearse después de nuestra muerte. Mira, haznos un favor, siéntate en el
medio del prado y harás de marca.
El lobo así lo hizo y los carneros fueron hacia él y le dieron tal revolcón, que se quedó allí, retorciéndose
de dolor y los carneros se fueron para su cuadra.
Pasado un rato, se fue al otro lado de la cañada, jurando que nunca más se dejaría engañar por
un carnero y caminando por la vera del río a la sombra de los abedules, llegó a los prados de debajo
de la aldea y allí vio a la burra del tío Santiago y dijo:
- ¡Burra, prepárate a morir porque tengo mucho hambre y voy a comerte!
- Mira,- le dijo la burra,- no me importa morir, ya ves que vida llevo. No hago más que trabajar,
ya soy vieja y apenas puedo con los sacos que me ponen encima y por si esto fuera poco, el amo me
da cada paliza que me duelen todos los huesos. Pero mira, ten cuidado con la herradura de la pata
derecha de atrás, no vaya a ser que te vaya a romper un diente, pues cuando me herraron, me
clavaron los clavos mal.
El lobo fue a mirar que le pasaba a la burra en la pata y ésta, le dio tal patada que le rompió a la
mitad dos dientes y se fue corriendo para su cuadra.
Ya muy mal y con mucha rabia, el lobo siguió caminando río abajo y al llegar a los prados del
concejo, encontró una vaca paciendo. Entonces, se acercó a ella y le dijo:
- ¡Prepárate a morir porque tengo mucha hambre y voy a comerte!
- ¡Ay, pobre de mi! -Le contestó la vaca- mira, cómeme si quieres, estoy ya vieja y estoy cansada de
tanto trabajar, la vida es muy dura, ¿sabes? Pero mira, antes, quiero darte un consejo. Mira, no te
comas esto que tengo aquí en lo alto de la cabeza, porque es un callo que me hice moliendo y puede
hacerte mal.
El lobo pensó que no podía hacerle nada y que nada perdía por mirar lo que la vaca tenía en lo alto
de la cabeza, así que se acercó para verlo. En aquel momento la vaca levantó la cabeza ya le dio tal
cornada que lo mandó al otro lado del río.
El lobo, con las tripas medio fuera, fue caminando como pudo hasta el prado de Buncal del tío
Antonio Pousa, y medio muriendo se puso a pensar en voz alta:
- ¡Mi padre nunca fue partidor de prados. Mi padre nunca fue herrador de burros. Mi padre nunca
fue curador de vacas!
- ¡Así caiga un rayo y me mate!
En aquel momento, el tío Antonio que estaba podando un roble dejó caer el hacha y le partió la
cabeza en dos, y esto es lo que le pasó.
(Vecina de Padornelo)
EL LOBO QUE ESTABA MALO
Una vez había un lobo que estaba malo y fue al médico. Éste le dijo que no comiera más de kilo y
medio de carne. Entonces el lobo marchaba por el camino pensando que sólo podía comer kilo y medio
de carne e iba pesaroso y triste.
Cuando de repente, vio en el prado una burra y su burrito y entonces se alegró todo y dijo:
- ¡Justo, justito, un kilo la burra y medio el burrito!
(Vecina de Padornelo)
espero que os hayan gustado
EL LOBO JÓVEN
Había una vez, un lobo todavía muy joven, que quiso dejar a sus padres e irse a recorrer mundo.
Lo primero que se le ocurrió fue, irse cerca del pueblo, pues pensaba que allí había mucho que comer.
Al llegar a los prados de Calella, vio a cuatro carneros que estaban paciendo un prado. Como tenía
mucha hambre, al llegar donde ellos les dijo:
- ¡Prepararos para morir, porque voy a comeros!
Los carneros le contestaron:
- Está bien, pero tienes que ayudarnos. Mira, estamos partiendo este prado para que nuestros
herederos no tengan que pelearse después de nuestra muerte. Mira, haznos un favor, siéntate en el
medio del prado y harás de marca.
El lobo así lo hizo y los carneros fueron hacia él y le dieron tal revolcón, que se quedó allí, retorciéndose
de dolor y los carneros se fueron para su cuadra.
Pasado un rato, se fue al otro lado de la cañada, jurando que nunca más se dejaría engañar por
un carnero y caminando por la vera del río a la sombra de los abedules, llegó a los prados de debajo
de la aldea y allí vio a la burra del tío Santiago y dijo:
- ¡Burra, prepárate a morir porque tengo mucho hambre y voy a comerte!
- Mira,- le dijo la burra,- no me importa morir, ya ves que vida llevo. No hago más que trabajar,
ya soy vieja y apenas puedo con los sacos que me ponen encima y por si esto fuera poco, el amo me
da cada paliza que me duelen todos los huesos. Pero mira, ten cuidado con la herradura de la pata
derecha de atrás, no vaya a ser que te vaya a romper un diente, pues cuando me herraron, me
clavaron los clavos mal.
El lobo fue a mirar que le pasaba a la burra en la pata y ésta, le dio tal patada que le rompió a la
mitad dos dientes y se fue corriendo para su cuadra.
Ya muy mal y con mucha rabia, el lobo siguió caminando río abajo y al llegar a los prados del
concejo, encontró una vaca paciendo. Entonces, se acercó a ella y le dijo:
- ¡Prepárate a morir porque tengo mucha hambre y voy a comerte!
- ¡Ay, pobre de mi! -Le contestó la vaca- mira, cómeme si quieres, estoy ya vieja y estoy cansada de
tanto trabajar, la vida es muy dura, ¿sabes? Pero mira, antes, quiero darte un consejo. Mira, no te
comas esto que tengo aquí en lo alto de la cabeza, porque es un callo que me hice moliendo y puede
hacerte mal.
El lobo pensó que no podía hacerle nada y que nada perdía por mirar lo que la vaca tenía en lo alto
de la cabeza, así que se acercó para verlo. En aquel momento la vaca levantó la cabeza ya le dio tal
cornada que lo mandó al otro lado del río.
El lobo, con las tripas medio fuera, fue caminando como pudo hasta el prado de Buncal del tío
Antonio Pousa, y medio muriendo se puso a pensar en voz alta:
- ¡Mi padre nunca fue partidor de prados. Mi padre nunca fue herrador de burros. Mi padre nunca
fue curador de vacas!
- ¡Así caiga un rayo y me mate!
En aquel momento, el tío Antonio que estaba podando un roble dejó caer el hacha y le partió la
cabeza en dos, y esto es lo que le pasó.
(Vecina de Padornelo)
EL LOBO QUE ESTABA MALO
Una vez había un lobo que estaba malo y fue al médico. Éste le dijo que no comiera más de kilo y
medio de carne. Entonces el lobo marchaba por el camino pensando que sólo podía comer kilo y medio
de carne e iba pesaroso y triste.
Cuando de repente, vio en el prado una burra y su burrito y entonces se alegró todo y dijo:
- ¡Justo, justito, un kilo la burra y medio el burrito!
(Vecina de Padornelo)
espero que os hayan gustado
Uno de los cuentos que nos contaban cuando eramos pequeños, antes de que hubiese tele y cuando Internet ni tan siquiera se podía intuir.
Saludos a todos los que están por aquí.
Saludos a todos los que están por aquí.