Va por todos
Va por esta España que nos engaña y nos estrangula. Para este grupo de políticos corruptos, por Brugal, por Gürtel, por Andratx, por Bárcenas, por las Black cards, por un presidente que se esconde detrás de un plasma y que todavía no se ha dignado a dar explicaciones y ahoga sus pocas frases en peticiones de perdón.
Va por un país donde la ley de memoria histórica se aprobó para que se cumpliera pero que nunca se cumple. Va por los miles de "papeles de Salamanca" que no son de Salamanca sino de particulares e instituciones que el único delito que cometieron fue terminar en el bando de los vencidos.
Va por los tribunales extranjeros que juzgarán criminales de guerra por el caso del único presidente elegido democráticamente fusilado en un consejo de guerra y por quien, 74 años después, ningún gobierno democrático español no ha pedido perdón.
Va por Salvador Puig Antich y sus hermanas, que deberán ver cómo el mismo tribunal extranjero investiga la sentencia que lo condenó a muerte en 1974.
Va por el abogado que redactar la sentencia, Carlos Rey, que aún hoy se pone la toga con total impunidad y defensa, entre otras personas, a la presidenta del Partido Popular de Cataluña.
Va por la Camarga, pues, y también, claro que sí, por los condes en Andorra de quien sea, por Millet y Montull, por las ITV, el Palau de la Música, los Pretoria y el 3%.
Va por la ley Wert, porque estoy harta de tener que pedir permiso para ser catalana y perdón por hablar en mi lengua.
Va por aquellos que impugnan las leyes para combatir la pobreza porque -dicen cínicament- que hay que socializar la desigualdad. Va por los que entendemos la solidaridad como un acto voluntario sin ninguna imposición.
Va por los que archivan las causas contra los que muestran banderas fascistas y amenazan políticos con la cámara de gas y, en cambio, condenan los que cuelgan una ikurriña o ondean una bandera.
Va por la memoria de todos aquellos que sufrieron la represión y la crueldad de la violencia fascista y que ahora son despreciados y banalizados.
Va para todos aquellos que banalizan el fascismo en cualquiera de sus formas comparando nuestro proceso nacional con las atrocidades de los años 30 y 40.
Va por todos los homosexuales y transexuales que han celebrado el reconocimiento explícito de sus derechos mediante una ley del Parlamento de Cataluña y al mismo tiempo tienen que soportar que un diputado homosexual compare la situación actual catalana con la alemana nazi que quería exterminarlos.
Va por un país que entendió mal la palabra amnistía fiscal y la utiliza para blanquear dinero negro en sobres que a menudo sirven para afianzar los partidos políticos a los que pertenecen el evasores.
Va por un país que para combatir el horror de la violencia política creó los GAL, la violencia de estado más execrable, que se deshacía de los cuerpos de los detenidos en cal viva y que soltarse los torturadores y terroristas con sueldo público.
Va por la puñetera ley de partidos que sirvió para ilegalizar el independentismo vasco, cerrar medios de comunicación y torturar gente inocente, pero que no sirvió para impedir que los partidos fascistas -con miembros condenados por asesinato- se pudieran presentar a comicios electorales.
Va por los presos políticos como Arnaldo Otegi y sus compañeros de Bateragune o del Sumario 18/98 que ven como los políticos presos españoles brillan por su ausencia.
Va por un país donde la tortura a un animal le llaman "fiesta" y pretenden que forme parte de la cultura nacional de mi país.
Va por todos los AVE sin pasajeros, las autopistas rescatadas, por Castor, por los ERE, por el Aeropuerto de Castellón, por las putas catenarias de RENFE.
Va por la enfermera que se contagió con el virus del ébola después de que el Ministerio aprobara la repatriación patriótica y temeraria de un misionero enfermo sin cumplir con las necesarias medidas de seguridad.
Va por el desgraciado del consejero de sanidad de la Comunidad de Madrid que culpó a la sanitaria de las graves carencias del dispositivo que él y la ministra Ana Mato debían dirigir y no lo hicieron.
Va por el perro de la enfermera que sacrificaron, como quien ofrece el sacrificio de un esclavo en el circo romano, sin ni siquiera comprobar que el animal estuviera infectado.
Va por los energúmenos que han tenido la osadía de enaltecer el fascismo en un Parlamento democrático como el catalán.
Va, pues, por el partido que les ha invitado, el PPC, al que habría que reprochar que invitara un señor que, una vez expulsado, sale de la tribuna de invitados saludando marcialmente como el torero que sale triunfante de la plaza.
Va, ¿por qué no?, para todos aquellos españoles que dejaremos atrás y nos envidiarán y que seguro que también intentarán cambiar la alcantarilla que es España. Va por ustedes, también.
El 9-N iré a votar por todas las cosas que les acabo de contar y por muchas más que me mantendrían pegada al teclado horas y horas. El 9-N iré a votar y lo haré con el doble Sí-Sí.
Un sí como una casa de campo. Un sí como una plaza de toros. Un sí a la independencia para cambiarlo todo. Un sí a la valentía. Un sí a las cosas claras. Un sí la ilusión. Un sí a poder decidir. Un sí a mi país. Un sí a la libertad. Un sí a un país mejor.
Y cuando sea necesario volveré. En unas elecciones plebiscitarias, en las municipales de mayo o en las elecciones para elegir la heredera de Sant Fost de Campsentelles.
Aurora Madaula.
Va por esta España que nos engaña y nos estrangula. Para este grupo de políticos corruptos, por Brugal, por Gürtel, por Andratx, por Bárcenas, por las Black cards, por un presidente que se esconde detrás de un plasma y que todavía no se ha dignado a dar explicaciones y ahoga sus pocas frases en peticiones de perdón.
Va por un país donde la ley de memoria histórica se aprobó para que se cumpliera pero que nunca se cumple. Va por los miles de "papeles de Salamanca" que no son de Salamanca sino de particulares e instituciones que el único delito que cometieron fue terminar en el bando de los vencidos.
Va por los tribunales extranjeros que juzgarán criminales de guerra por el caso del único presidente elegido democráticamente fusilado en un consejo de guerra y por quien, 74 años después, ningún gobierno democrático español no ha pedido perdón.
Va por Salvador Puig Antich y sus hermanas, que deberán ver cómo el mismo tribunal extranjero investiga la sentencia que lo condenó a muerte en 1974.
Va por el abogado que redactar la sentencia, Carlos Rey, que aún hoy se pone la toga con total impunidad y defensa, entre otras personas, a la presidenta del Partido Popular de Cataluña.
Va por la Camarga, pues, y también, claro que sí, por los condes en Andorra de quien sea, por Millet y Montull, por las ITV, el Palau de la Música, los Pretoria y el 3%.
Va por la ley Wert, porque estoy harta de tener que pedir permiso para ser catalana y perdón por hablar en mi lengua.
Va por aquellos que impugnan las leyes para combatir la pobreza porque -dicen cínicament- que hay que socializar la desigualdad. Va por los que entendemos la solidaridad como un acto voluntario sin ninguna imposición.
Va por los que archivan las causas contra los que muestran banderas fascistas y amenazan políticos con la cámara de gas y, en cambio, condenan los que cuelgan una ikurriña o ondean una bandera.
Va por la memoria de todos aquellos que sufrieron la represión y la crueldad de la violencia fascista y que ahora son despreciados y banalizados.
Va para todos aquellos que banalizan el fascismo en cualquiera de sus formas comparando nuestro proceso nacional con las atrocidades de los años 30 y 40.
Va por todos los homosexuales y transexuales que han celebrado el reconocimiento explícito de sus derechos mediante una ley del Parlamento de Cataluña y al mismo tiempo tienen que soportar que un diputado homosexual compare la situación actual catalana con la alemana nazi que quería exterminarlos.
Va por un país que entendió mal la palabra amnistía fiscal y la utiliza para blanquear dinero negro en sobres que a menudo sirven para afianzar los partidos políticos a los que pertenecen el evasores.
Va por un país que para combatir el horror de la violencia política creó los GAL, la violencia de estado más execrable, que se deshacía de los cuerpos de los detenidos en cal viva y que soltarse los torturadores y terroristas con sueldo público.
Va por la puñetera ley de partidos que sirvió para ilegalizar el independentismo vasco, cerrar medios de comunicación y torturar gente inocente, pero que no sirvió para impedir que los partidos fascistas -con miembros condenados por asesinato- se pudieran presentar a comicios electorales.
Va por los presos políticos como Arnaldo Otegi y sus compañeros de Bateragune o del Sumario 18/98 que ven como los políticos presos españoles brillan por su ausencia.
Va por un país donde la tortura a un animal le llaman "fiesta" y pretenden que forme parte de la cultura nacional de mi país.
Va por todos los AVE sin pasajeros, las autopistas rescatadas, por Castor, por los ERE, por el Aeropuerto de Castellón, por las putas catenarias de RENFE.
Va por la enfermera que se contagió con el virus del ébola después de que el Ministerio aprobara la repatriación patriótica y temeraria de un misionero enfermo sin cumplir con las necesarias medidas de seguridad.
Va por el desgraciado del consejero de sanidad de la Comunidad de Madrid que culpó a la sanitaria de las graves carencias del dispositivo que él y la ministra Ana Mato debían dirigir y no lo hicieron.
Va por el perro de la enfermera que sacrificaron, como quien ofrece el sacrificio de un esclavo en el circo romano, sin ni siquiera comprobar que el animal estuviera infectado.
Va por los energúmenos que han tenido la osadía de enaltecer el fascismo en un Parlamento democrático como el catalán.
Va, pues, por el partido que les ha invitado, el PPC, al que habría que reprochar que invitara un señor que, una vez expulsado, sale de la tribuna de invitados saludando marcialmente como el torero que sale triunfante de la plaza.
Va, ¿por qué no?, para todos aquellos españoles que dejaremos atrás y nos envidiarán y que seguro que también intentarán cambiar la alcantarilla que es España. Va por ustedes, también.
El 9-N iré a votar por todas las cosas que les acabo de contar y por muchas más que me mantendrían pegada al teclado horas y horas. El 9-N iré a votar y lo haré con el doble Sí-Sí.
Un sí como una casa de campo. Un sí como una plaza de toros. Un sí a la independencia para cambiarlo todo. Un sí a la valentía. Un sí a las cosas claras. Un sí la ilusión. Un sí a poder decidir. Un sí a mi país. Un sí a la libertad. Un sí a un país mejor.
Y cuando sea necesario volveré. En unas elecciones plebiscitarias, en las municipales de mayo o en las elecciones para elegir la heredera de Sant Fost de Campsentelles.
Aurora Madaula.