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EL NIDO
En el Caño Viejo
en un arbolico
y en la rama alta
he construido un nido,
con unos palicos
y un poco barrico
y lana de oveja
que hay en el camino.
Ahora que está hecho,
yo te llamaré con trinos bonitos
y desde lo alto, los dos muy junticos
veremos pasar a grandes y a chicos.
Seguro que sí,
y nos dará envidia
ver tanto prodigio.
Allí te diré
lo que ya te he dicho
hace muchos años
siendo casi niños.
Que yo te quería
te lo dije a gritos
que tú eres mi vida,
y allí te juré, amor infinito.
¿Te acuerdas?
Pasaban los carros
cargados de espigas de trigo
aquellos veranos
del ardiente estío;
qué felices éramos
en nuestro arbolico.
¿Recuerdas rodar, aquellos bisurcos
con aquel chirrido,
que en la sementera
tapaban el trigo?.
Y carros con cestos
de uvas llenitos
que al pisar la uva
se convierte en vino.
Y aquellas cuadrillas
de chicas y chicos,
era la vendimia
de enamoradizos.
Y aquellos inviernos
acucarradicos para protegernos
del intenso frío,
la nieve tapaba
el cálido nido.
Qué juntos, qué unidos,
y debajo el caño
con sus susurricos.
Qué felices éramos
en nuestro arbolico.
Y en las noches claras
de luna y estrellas
los besos y abrazos
llenando el recinto.
Y desde aquel nido,
que tan alto estaba,
casi se tocaba
el cielo infinito.
Y en la primavera,
¿recuerdas?, pasaban
rebaños de ovejas
con sus cencerricos.
Y arados, y mulas,
a labrar el campo
iban tempranico.
Y allí, en aquel nido
nacieron tres hijos,
y vuela que vuela
se han ido del nido.
Qué tristes estamos
sin los pajaricos.
Por eso no quiero
que corten el árbol,
el árbol del nido.
Julián Cañibano.
En el Caño Viejo
en un arbolico
y en la rama alta
he construido un nido,
con unos palicos
y un poco barrico
y lana de oveja
que hay en el camino.
Ahora que está hecho,
yo te llamaré con trinos bonitos
y desde lo alto, los dos muy junticos
veremos pasar a grandes y a chicos.
Seguro que sí,
y nos dará envidia
ver tanto prodigio.
Allí te diré
lo que ya te he dicho
hace muchos años
siendo casi niños.
Que yo te quería
te lo dije a gritos
que tú eres mi vida,
y allí te juré, amor infinito.
¿Te acuerdas?
Pasaban los carros
cargados de espigas de trigo
aquellos veranos
del ardiente estío;
qué felices éramos
en nuestro arbolico.
¿Recuerdas rodar, aquellos bisurcos
con aquel chirrido,
que en la sementera
tapaban el trigo?.
Y carros con cestos
de uvas llenitos
que al pisar la uva
se convierte en vino.
Y aquellas cuadrillas
de chicas y chicos,
era la vendimia
de enamoradizos.
Y aquellos inviernos
acucarradicos para protegernos
del intenso frío,
la nieve tapaba
el cálido nido.
Qué juntos, qué unidos,
y debajo el caño
con sus susurricos.
Qué felices éramos
en nuestro arbolico.
Y en las noches claras
de luna y estrellas
los besos y abrazos
llenando el recinto.
Y desde aquel nido,
que tan alto estaba,
casi se tocaba
el cielo infinito.
Y en la primavera,
¿recuerdas?, pasaban
rebaños de ovejas
con sus cencerricos.
Y arados, y mulas,
a labrar el campo
iban tempranico.
Y allí, en aquel nido
nacieron tres hijos,
y vuela que vuela
se han ido del nido.
Qué tristes estamos
sin los pajaricos.
Por eso no quiero
que corten el árbol,
el árbol del nido.
Julián Cañibano.
