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SAN UNO EN PRADO Y QUINTANILLA DEL OLMO (II)
LA FIESTA DE LOS VALORES ÉTICOS
Mañana primera de mayo,
vívida y soñada
durante todo un año.
Ya repican las campanas,
la cigüeña está incubando,
gorriones surcan el cielo,
las ranas siguen croando.
El estruendo de las bombas
revienta el cielo azulado,
los perros salen aullando;
no es la guerra, es la paz
que hoy con fe practicamos.
Comienza la fiesta grande
que ya de niño añoramos.
Vestimos las mejores galas,
con ganas nos acicalamos,
camino de los atrios subimos
donde esperan fieles santos.
Al son de música alegre
comienza el desfile esperado,
jotas no han de faltar
en esta de Tierra de Campos.
Una cruz abriendo el paso;
enseñas al aire vuelan,
para regocijo del vecindario.
El aire está perfumado
por aromas, que hoy es fiesta,
y por las hierbas del campo.
Campo que viste de gala:
los barbechos, los sembrados,
las cunetas de mil verdes,
relucen incluso los cardos.
La primavera revienta
al paso alegre de cantos,
que voces muy fervorosas
por el camino van entonando.
Ya se acercan los vecinos,
no son vecinos, son hermanos,
que llegados a la Raya,
momento y lugar deseado
donde hacemos una parada,
para dar sentido a este acto.
Es rito de hermanamiento,
de lealtad y unidad;
siempre con gran humildad.
Se intercambian los bastones,
se saludan con sus manos,
trabajadas por el campo,
que hoy portan la vara
representando a sus ciudadanos.
La Virgen alegre se pone
al oír Regina coeli cantar,
se enmudecen los presentes,
por respeto y agradar.
Continúa la comitiva
hacia el destino obligado,
que ahora se encuentra ausente
por hacer de ello otro tanto.
Hospitalidad no ha de faltar,
en gentes de compartir.
Las puertas de par en par
reciben a los llegados,
que en soportales deleitan
ricos bollos, licores varios;
mientras, las autoridades
comparten el agasajo
que con ellos se practica
en sus lares familiares.
Tras frugal colación,
volvemos a recorrer lo andado,
a repetir satisfechos
lo ya leído, lo reseñado.
Llegando al lugar de partida,
en los atrios entonamos
dando gracias a María,
para volver otro año
a ese lugar de salida.
No olvidemos nunca
tan fértil y humilde legado,
compuesto por ricos valores,
no presentes en mercados,
que ya quisieran para sí
lugares más afamados.
POR TODOS LOS QUE NOS PRECEDIERON, In memoriam.
Un saludo,
Toño.
LA FIESTA DE LOS VALORES ÉTICOS
Mañana primera de mayo,
vívida y soñada
durante todo un año.
Ya repican las campanas,
la cigüeña está incubando,
gorriones surcan el cielo,
las ranas siguen croando.
El estruendo de las bombas
revienta el cielo azulado,
los perros salen aullando;
no es la guerra, es la paz
que hoy con fe practicamos.
Comienza la fiesta grande
que ya de niño añoramos.
Vestimos las mejores galas,
con ganas nos acicalamos,
camino de los atrios subimos
donde esperan fieles santos.
Al son de música alegre
comienza el desfile esperado,
jotas no han de faltar
en esta de Tierra de Campos.
Una cruz abriendo el paso;
enseñas al aire vuelan,
para regocijo del vecindario.
El aire está perfumado
por aromas, que hoy es fiesta,
y por las hierbas del campo.
Campo que viste de gala:
los barbechos, los sembrados,
las cunetas de mil verdes,
relucen incluso los cardos.
La primavera revienta
al paso alegre de cantos,
que voces muy fervorosas
por el camino van entonando.
Ya se acercan los vecinos,
no son vecinos, son hermanos,
que llegados a la Raya,
momento y lugar deseado
donde hacemos una parada,
para dar sentido a este acto.
Es rito de hermanamiento,
de lealtad y unidad;
siempre con gran humildad.
Se intercambian los bastones,
se saludan con sus manos,
trabajadas por el campo,
que hoy portan la vara
representando a sus ciudadanos.
La Virgen alegre se pone
al oír Regina coeli cantar,
se enmudecen los presentes,
por respeto y agradar.
Continúa la comitiva
hacia el destino obligado,
que ahora se encuentra ausente
por hacer de ello otro tanto.
Hospitalidad no ha de faltar,
en gentes de compartir.
Las puertas de par en par
reciben a los llegados,
que en soportales deleitan
ricos bollos, licores varios;
mientras, las autoridades
comparten el agasajo
que con ellos se practica
en sus lares familiares.
Tras frugal colación,
volvemos a recorrer lo andado,
a repetir satisfechos
lo ya leído, lo reseñado.
Llegando al lugar de partida,
en los atrios entonamos
dando gracias a María,
para volver otro año
a ese lugar de salida.
No olvidemos nunca
tan fértil y humilde legado,
compuesto por ricos valores,
no presentes en mercados,
que ya quisieran para sí
lugares más afamados.
POR TODOS LOS QUE NOS PRECEDIERON, In memoriam.
Un saludo,
Toño.