ZAMORA LA MUY AMADA
Fernando primero era rey
de aquella España cristiana,
a Sancho le dio Castilla,
Zamora, a doña Urraca;
a otros hijos él les dio
lo que quiso y deseara
y Sancho los despojó
de aquella tierra heredada.
Quiso también Sancho hacerlo
con su hermana doña Urraca,
intentando para ello
que ella la abandonara,
ofreciéndole otras ciudades
que a lo mejor no le daba,
si le dejaba Zamora,
Zamora la muy amada.
Viendo pues que no accedía
petición tan deseada,
intentó ponerle cerco
para serle arrebatada,
pero el pueblo de Zamora
de lealtad noble y santa,
al gobernador don Arias
la defensa, le encargaba.
Pequeña y santa es la ciudad,
arrogante, noble y sana,
por eso el rey don Sancho
quería reconquistarla.
El rey se acoge a un traidor,
que Bellido se llamaba,
para ver si de esta suerte
podía reconquistarla:
Este le dijo que él mismo
al rey un sitio enseñaba,
que pudiera entrar en ella
y a su hermana despojarla,
no pensaba que el traidor
acaso le traicionaba,
y al escalar por un árbol
a traición al rey matara.
Zamora al traidor persigue
a fuego, sangre y espada,
pues no consiente traidores
que pudieran deshonrarla,
por eso van a la lid
todos los hijos de Arias,
para defender la honra
de la gente zamorana,
para defender dos honras,
una la de doña Urraca,
la otra es la de Zamora,
Zamora la muy amada.
La Zamora de aquel tiempo
pequeña y amurallada,
aunque han pasado los años
sigue siendo tan honrada.
Esta ciudad que aquel día
Fernando dio a doña Urraca,
la que su hermano don Sancho
quería reconquistarla.
Mandó pues a un caballero
que en su corte se encontraba
cuyo nombre era Rodrigo
y en Babieca cabalgaba.
Rodrigo al traidor Bellido
persigue con su Colada,
mas, cuando lo iba a alcanzar
la puerta ya se cerraba.
Fue cuando dijo, maldito
al que caballo montara,
el que sin riendas ni estribos
en caballo cabalgara.
Así fue Zamora entonces
la santa, noble y honrada,
y desde entonces a hoy
no ha cambiando en eso nada,
pues sigue siendo Zamora
en honradez, noble y santa,
lo mismo que la de entonces
cuando estaba amurallada,
y si, hoy de sus murallas
apenas se encuentra nada,
en la gente de Zamora
se encuentra nobleza tanta,
que bien pudiera decirse
que en honradez nadie iguala
al personal de Zamora,
ZAMORA LA MUY AMADA.
Autor: Juan Antonio Villar García
Fernando primero era rey
de aquella España cristiana,
a Sancho le dio Castilla,
Zamora, a doña Urraca;
a otros hijos él les dio
lo que quiso y deseara
y Sancho los despojó
de aquella tierra heredada.
Quiso también Sancho hacerlo
con su hermana doña Urraca,
intentando para ello
que ella la abandonara,
ofreciéndole otras ciudades
que a lo mejor no le daba,
si le dejaba Zamora,
Zamora la muy amada.
Viendo pues que no accedía
petición tan deseada,
intentó ponerle cerco
para serle arrebatada,
pero el pueblo de Zamora
de lealtad noble y santa,
al gobernador don Arias
la defensa, le encargaba.
Pequeña y santa es la ciudad,
arrogante, noble y sana,
por eso el rey don Sancho
quería reconquistarla.
El rey se acoge a un traidor,
que Bellido se llamaba,
para ver si de esta suerte
podía reconquistarla:
Este le dijo que él mismo
al rey un sitio enseñaba,
que pudiera entrar en ella
y a su hermana despojarla,
no pensaba que el traidor
acaso le traicionaba,
y al escalar por un árbol
a traición al rey matara.
Zamora al traidor persigue
a fuego, sangre y espada,
pues no consiente traidores
que pudieran deshonrarla,
por eso van a la lid
todos los hijos de Arias,
para defender la honra
de la gente zamorana,
para defender dos honras,
una la de doña Urraca,
la otra es la de Zamora,
Zamora la muy amada.
La Zamora de aquel tiempo
pequeña y amurallada,
aunque han pasado los años
sigue siendo tan honrada.
Esta ciudad que aquel día
Fernando dio a doña Urraca,
la que su hermano don Sancho
quería reconquistarla.
Mandó pues a un caballero
que en su corte se encontraba
cuyo nombre era Rodrigo
y en Babieca cabalgaba.
Rodrigo al traidor Bellido
persigue con su Colada,
mas, cuando lo iba a alcanzar
la puerta ya se cerraba.
Fue cuando dijo, maldito
al que caballo montara,
el que sin riendas ni estribos
en caballo cabalgara.
Así fue Zamora entonces
la santa, noble y honrada,
y desde entonces a hoy
no ha cambiando en eso nada,
pues sigue siendo Zamora
en honradez, noble y santa,
lo mismo que la de entonces
cuando estaba amurallada,
y si, hoy de sus murallas
apenas se encuentra nada,
en la gente de Zamora
se encuentra nobleza tanta,
que bien pudiera decirse
que en honradez nadie iguala
al personal de Zamora,
ZAMORA LA MUY AMADA.
Autor: Juan Antonio Villar García