Nunca vio Eugenio su
cine tan blanco, como alfombrado de
nieve, cubierto de peladillas(arrojadas por arrobas a modo
bautizo)y pétalos de rosa blanca.Quién no recuerda a Perfecto, el buen gitano. Fue cuando casó a su hija menor, ¿Milagritos?, de 14 años, siguiendo su rito. Yo soy Prefeto, decía. Gran chalán, analfabeto, pero que en los tratos sacaba la cuenta por reales y mentalmente antes que otro, alumno aventajado de Don Bienvenido, con lápiz y papel en pesetas.Nos asustaban con el hombre del saco:"Yo
... (ver texto completo)