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Había en que en el siglo pasado muchas varas: la vara de medir, algo menor que el metro, (las 90 varas (75m) de las Cañadas Reales); los Vara, apellido común en el pueblo, varias ramas de Varas y "varicas" seguramente emparentadas en el pasado; las varas de los carros y LA VARA DEL MAESTRO de untar el gabán, la mejor la de negrillo, flexible e irrompible, para escarmentar en mollera ajena y propia. La clase de "instrumento" del maestro (vara en sentido estricto, regla, compás del encerado, goma de butano, etc o la propia mano dando un hostión, o estirando del pelo de la nuca o patillas...) y sobre todo cómo lo usaba, y sus frases típicas para la ocasión, lo retrataban. Así al caprichoso Don ZZ, también blando y juguetón en el fondo, a quien nada más comenzar la clase(Buenos Días tenga Ud) se le acercaban los soplones-a estos los "afío"(defiendo)yo, decía- y le cantaban con deje y soniquete característico: "Don ZZ, fulanito ayer dijo tal "pecao", "Don ZZ, fulanito y menganito ayer fuero a nidos" y él ecologista pionero soltaba su ¡veníos para acá! y leña; tras preguntar antes si estaban "en carnuchas" o "en cañones".Podía estar toda la clase hablando y el de súbito decir: tú y tú, "cotorras, veníos para acá";o tras los tebeos levantarse de pronto y caminar por entre las mesas, repiqueteando con su vara rítmicante, tú procurabas no mirarlo, pero comenzaban a llover golpes aquí o allá, parecía que al azar, velozmente siguiendo la música, como el batería de una orquesta.