Otro invento del que disfrutábamos en Quiruelas y del que carecía la Roma imperial era EL CINE.Lo trajeron Amadeo, a quien no recuerdo, y Eugenio.El Domingo por la mañana, contemplábamos extasiados el cartel junto a la puerta, hasta que llegaba la pregunta tal que así: ¿Qué tal es, Eugenio? y la respuesta invariable de siempre:"¡Es extraordinaria! Cinemascope, esmalcolor".Por si acaso, tratábamos de confirmarlo preguntando a los pocos que la habían visto el Sábado, en la sesión nocturna después de la bodega o el bar; a algún padre o a sus sobrinos Cálix Farraspas y su primo Tomasín. Las buenas eran las de espada(Los 3 mosqueteros, Ivanhoe, El Zorro, Los nivelungos, etc) o del Oeste, muchos tiros y puñetazos y nada de besos. Había 2 ó 3 "descansos" para hacer caja en el minibar, y que aprovechábamos para armar, en un instante, un zafarrancho descomunal en la sala. Venía gente de otros pueblos, en especial los de Qintanilla, y valía 4 pesetas y después 1 duro; pero yo conseguí entrar una temporada por 4 ptas y la otra gastármela en una bolsa de pipas.( Como la nana: "por una peseta se va en popó, /se come y se bebe y se ve la función...)Las pipas del Domingo. "Qué rica la Pilarica, la Pilarica repita", venía en la papeleta con letras de color verde.Alguna vez salía la deseada papeleta de letras azules o moradas, premiada con la bolsa de caramelos. Más raro aún, podían salir 2 ó 3 papeletas premiadas, entonces había que tener cuidado y pedir la bolsa de caramelos de una en una, tras comprar otra bolsa de pipas, pues se quejaban o no te la daban. Ahora, en verano, no es raro ver a Eugenio pasear o tomar la fresca brisa del Calvario, sentado en un banco a la sombra, y leer una novela (las del Oeste, de Marcial Lafuente, Estefanía, etc. Cuyos protagonistas son siempre más altos y delgados que los cipreses del entorno que sobreviven) y escucharle decir nostálgico: "Yo echaba películas, pero muy c...".