Recuerdo con cariño a de Zacarías, el maestro de los pequeños, chicos de hasta 9-10 años, en la década prodigiosa, de los 60, y hasta el curso 71-72, que no pudo concluir.Con él al tiempo que aprendimos las primeras letras y cuentas, supimos que Colón descubrió América, que un tal Gútemberg, alemán, (y no Carlos "Guti", hermano de Vati)inventó la imprenta o algo simple, un poco más sutil ¿POR QUé FLUYEN LOS RíOS? y que nadie respondió (porque van cuesta abajo, claro).Nos enseñó también.que uno, leyendo, podía reírse solo: con sus tebeos (Mortadelo, Rompetechos,
Carpanta, deªUrraca...)de pronto nos sorprendía desternillándose y exclamando, "¡qué merluzo!, ¡qué merluzo!".Con su paquete de Ideales que, cuando estaba en el bar, iba rellenando de uno en uno, con astucia y disimulo, y volvía a meter en el bolsillo de su americana, así cuando llegaba alguien a gorronearle un cigarrillo respondía:"Vaya, lo siento, pero es el último que me queda".( Homo hómine vulpes, el hombre es un zorro para el hombre, ¿quién burla a quién?).
Carpanta, deªUrraca...)de pronto nos sorprendía desternillándose y exclamando, "¡qué merluzo!, ¡qué merluzo!".Con su paquete de Ideales que, cuando estaba en el bar, iba rellenando de uno en uno, con astucia y disimulo, y volvía a meter en el bolsillo de su americana, así cuando llegaba alguien a gorronearle un cigarrillo respondía:"Vaya, lo siento, pero es el último que me queda".( Homo hómine vulpes, el hombre es un zorro para el hombre, ¿quién burla a quién?).