PERSONA NON GRATA (3ª Parte y Final)
Hasta que llegó el día, sábado por la mañana, en que cazaron un ratón, lo metieron en la jarra y le añadieron vino, para la merienda-cena de la tarde, por si se presentaba. Sabían que en guiso o asado lo comería sin inmutarse, ya fuese rata, ratón, gato y hasta pollo de pega (urraca), y que, si tenía sed, bebía un gran primer trago a palo seco, aunque no destacase como bebedor. Vaya si se presentó, y le ofrecieron la jarra que le tenían preparada, entreteniéndolo con disimulo. Así me lo contaron:
"A M ya no le cocieron más las berzas (estaba más que harto, no lo pudo sufrir) y dijo: ¡Como venga va a ver ese! Traía secaño y echó el tragazo... Creo que se le atalancó el ratón en la golosa. Le preguntamos con segundas: ¿Estás mal a gusto, G?, ¿Te pones malo? Tosió una vez y p´a dentro y siguió: Nada, nada...que es que...¡me he tragao un mosquito!"
Este es el auténtico gorrón que actúa por placer y sablea por vocación. No el bribón esporádico que combate el hambre o simplemente la previene. Alerta sobre los peligros de invitar a un trago y...a algo más, que nunca se sabe, a determinados tipos. La hospitalidad era proverbial con cualquier forastero, desconocido incluso. Abusos así escarmentaron y abrieron los ojos de muchos, que aprendieron a excusarse. Como hacían los de la ciudad cuando les tocaba corresponder y no sabían estar a la altura. No era extraño que en verano o por las fiestas se presentaran en casa de improviso un montón, parientes y amigos de un pariente (invitaban a su casa de la ciudad para ganarse la confianza, a sabiendas de que nunca irían). Alojamiento y comida especial gratis, y mucho jaleo y quebraderos de cabeza para las amas de casa. Así que cuidadín con cierto convidado, que no es precisamente de piedra: si te engaña una vez la culpa es suya, pero si lo hace de nuevo eso ya...¡Concho!, es por no de ti.
Saludos a todos. El fito.
Hasta que llegó el día, sábado por la mañana, en que cazaron un ratón, lo metieron en la jarra y le añadieron vino, para la merienda-cena de la tarde, por si se presentaba. Sabían que en guiso o asado lo comería sin inmutarse, ya fuese rata, ratón, gato y hasta pollo de pega (urraca), y que, si tenía sed, bebía un gran primer trago a palo seco, aunque no destacase como bebedor. Vaya si se presentó, y le ofrecieron la jarra que le tenían preparada, entreteniéndolo con disimulo. Así me lo contaron:
"A M ya no le cocieron más las berzas (estaba más que harto, no lo pudo sufrir) y dijo: ¡Como venga va a ver ese! Traía secaño y echó el tragazo... Creo que se le atalancó el ratón en la golosa. Le preguntamos con segundas: ¿Estás mal a gusto, G?, ¿Te pones malo? Tosió una vez y p´a dentro y siguió: Nada, nada...que es que...¡me he tragao un mosquito!"
Este es el auténtico gorrón que actúa por placer y sablea por vocación. No el bribón esporádico que combate el hambre o simplemente la previene. Alerta sobre los peligros de invitar a un trago y...a algo más, que nunca se sabe, a determinados tipos. La hospitalidad era proverbial con cualquier forastero, desconocido incluso. Abusos así escarmentaron y abrieron los ojos de muchos, que aprendieron a excusarse. Como hacían los de la ciudad cuando les tocaba corresponder y no sabían estar a la altura. No era extraño que en verano o por las fiestas se presentaran en casa de improviso un montón, parientes y amigos de un pariente (invitaban a su casa de la ciudad para ganarse la confianza, a sabiendas de que nunca irían). Alojamiento y comida especial gratis, y mucho jaleo y quebraderos de cabeza para las amas de casa. Así que cuidadín con cierto convidado, que no es precisamente de piedra: si te engaña una vez la culpa es suya, pero si lo hace de nuevo eso ya...¡Concho!, es por no de ti.
Saludos a todos. El fito.